Coello Trejo ha tenido que matar sirviendo a México. Javier Coello Trejo escribió un libro de memorias, un apunte fugaz, pero intenso al mismo tiempo, en el que devela episodios de lo que le tocó enfrentar en su etapa como servidor público y, sobre todo, como Ministerio Público Federal.
En El Fiscal de Hierro, Coello Trejo esboza lo que opina de la procuración de justicia y de las herramientas que se cuentan para servir a la ciudadanía.
Lo hace sin tapujos y en lenguaje directo.
Es un texto que contó con el cuidado del historiador Alejandro Rosas, que se lee con facilidad, de un tirón.
Polémico, como es, Coello Trejo deja huella de sus simpatías y antipatías, de sus afectos y sus diferencias.
Algunas de ellas profundas, con quienes se topó en los diversos gobiernos a los que sirvió, desde Luis Echeverría, hasta Carlos Salinas de Gortari.
Coello Trejo es, ante todo, un investigador, acucioso y comprometido.
Por eso pudo detener a Félix Gallardo, el líder más importante del narcotráfico en su momento.
Pero también recuperar las piezas arqueológicas que habían sido robadas del Museo Nacional de Antropología.
Coello Trejo ha tenido que matar sirviendo a México
Se encargó del operativo de captura del líder petrolero, Joaquín Hernández Galicia “La Quina”, que requirió una planeación milimétrica y arriesgada.
Nunca se tragó los cuentos de la DEA y pronto descubrió las dobleces del juego de los Estados Unidos en nuestro país.
Sus exigencias al sur de la frontera y sus omisiones en su propio territorio.
Durante el periodo presidencial de Salinas de Gortari, Coello Trejo tuvo la extenuante tarea de combatir al narcotráfico.
Lo hizo a su modo, con dureza, la que le generó problemas con la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, que en ese entonces estaba a cargo de Jorge Carpizo, una de sus antítesis, de sus adversarios más decididos.
Sus palabras con quien fungió, además de Rector de la UNAM y secretario de Gobernación, son duras y no me detengo en ellas, pero motivan una reflexión interesante.
Los años noventa significaron cambios profundos en la PGR y en la idea misma de combate al crimen.
Coello Trejo representa una manera de ver y hacer las cosas que partía de la necesidad de enfrentar a los criminales, de establecer límites a su acción sin contemplaciones.
Carpizo, en cambio, consideraba que el trabajo ministerial y policial requería de un compromiso irrestricto con la defensa de los derechos humanos.
Triste paradoja, hoy en día la FGR está distanciada de ambas visiones, ni combate a los criminales con decisión ni se compromete al respeto legal que tiene cualquier imputado y mucho menos si el interés es político.
La responsabilidad de Coello Trejo
Coello Trejo sobre el periodo de sus responsabilidades señala:
“El presidente Salinas no le declaró la guerra al narco para que nuestras policías se estuvieran agarrando a tiros en todos lados o para dejar una estela de sangre y muerte por todo el país.
«Sino para tratar de detener el crecimiento de los grupos del crimen organizado, y lo hizo con voluntad política”.
Por eso importa el texto de Coello Trejo, porque es un alegato sobre el trabajo de los ministerios públicos, sobre las dificultades de hacer valer la ley, donde deja claro lo que se hizo y cómo se hizo.
El Fiscal de Hierro es también un apunte sobre el costo de conocer frecuencias del Poder a las que no cualquiera tiene acceso.
Ahí narra el intento de secuestro de su hijo, y como pudo evitarse por un aviso que le dio Amado Carrillo, entonces líder del cártel de Juárez.
Pero agradecido con Coello Trejo porque le salvó la vida cuando estuvo detenido.
En la narración de su propia vida, Coello Trejo no se va por las ramas y señala:
“Metí a mucha gente a la cárcel y me han acusado, me han perseguido, y aquí estoy, frente a la sociedad, defendiendo la ley y la justicia.
«Dicen que soy un cabrón; sí lo he sido; he tenido que matar en defensa propia y en cumplimento de mi deber, sirviendo a mi país, y lo hice porque siempre entendí que yo era un soldado del gobierno”.
Mucho de lo que escribe y de lo que no, seguramente será motivo de controversia.
Pero sirve para comprender una etapa en la historia del país.
Publicado en etcétera