AMLO y el narco

Para Laura Valverde, viuda del entrañable Carlos Urzúa


En 2024 han irrumpido, como vendaval, los silencios y actitudes presidenciales hacia los criminales.

Hace unas semanas apareció el reportaje de Tim Golden en ProPublica sobre un presunto financiamiento del narco a la campaña presidencial de AMLO en 2006.

El texto desencadenó un frenesí en Twitter (ahora X): más de 170 millones de veces se reprodujo el hashtag “narcopresidente”.

Es posible que una parte de ese alud de mensajes fuera manipulado por las granjas de “bots” (cuentas robotizadas), pero también hubo personas de carne y hueso.

Es el caso con la multitud que el pasado domingo en el Zócalo coreó el grito de “narcopresidente”.

El presidente se preocupó, enojó y reaccionó. Primero descalificó a Golden y luego denunció una “campaña de robots que cuesta muchísimo dinero”.

Después anunció su propósito de “dedicar estos siete meses que me quedan en las mañaneras para informar cómo manipulan” las redes. Pronto veremos al empezar el día la porción sobre “quién es quién en los ‘bots’”.

Aunque tarde, es saludable que el presidente se sume a la preocupación mundial por el odio y las mentiras que fluyen como si nada en las redes.

En México hace años que se estudia. Lo hace la colega Rossana Reguillo, pionera en el tema con su Signa Lab del ITESO, y en El Colegio de México empezamos a estudiarlo hace tres años en el Laboratorio de Odio y Concordia.

En el trasfondo de los señalamientos y del enojo presidencial está, sin embargo, la ambigüedad de su lenguaje.

El presidente ha insistido una y mil veces en que en su estrategia no cabe “enfrentar la violencia con la violencia”.

Para él, la solución está en atacar el problema de raíz con programas sociales que den prioridad “a los jóvenes”, con reuniones diarias del Gabinete de Seguridad y con la sustitución de la Policía Federal por una Guardia Nacional manejada por el Ejército.

Pero nunca ha esclarecido en qué quedó su promesa de campaña de concederles amnistía a los criminales.

En enero de 2018 su futuro secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, reconoció que estaban considerando la polémica medida.

Después de eso, vinieron cinco años de silencios y ambigüedades. En 1167 mañaneras analizadas, el presidente habló en 49 ocasiones de los criminales sin condenarlos abiertamente. ¡Solo diez veces por año! Imposible olvidar el saludo a la mamá de Joaquín el Chapo Guzmán cuando no ha querido recibir a las colectivas de desaparecidos.

En cinco ocasiones fue más explícito: en 2019 los llamó parte del pueblo, porque, dijo en 2020, “también son seres humanos que merecen nuestro respeto”; al concluir las elecciones de 2021 los felicitó porque se “portaron bien”; en 2022 fue más lejos al decir que “cuidamos a los integrantes de las bandas (porque) son seres humanos»; y en 2023 recomendó a los secuestradores de 14 policías chiapanecos que los liberaran … y si no lo hacían los acusaría con “sus papás y sus abuelos”.

Habría que agregar su incomprensible displicencia hacia la intervención del crimen organizado en las elecciones del 2021, las fotografías del gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco, con líderes de cárteles que operan en ese estado y las filmaciones de la alcaldesa de Chilpancingo, Gro, Norma Otilia Hernández, reuniéndose en julio de 2023 con el jefe de los Ardillos, Celso Ortega.

Este personaje precisó la semana pasada en una entrevista a Latinus, que el encuentro no fue “fortuito”, que duró entre dos y tres “horas y media”, y que “uno de los tratos principales” con la alcaldesa fue “venderme el rastro municipal”.

Cuando Vicente Fox llegó a la presidencia concedió una amnistía de facto a los corruptos y represores del viejo régimen, ¿ha hecho lo mismo el actual presidente con los criminales? Es necesario esclarecerlo porque ha ido creciendo el número de quienes estamos inconformes con su estrategia de seguridad.

Nos prometió paz en tres años y en los cinco que llevamos se acumulan los homicidios y desaparecidos.

Rescato dos encuestas de Alejandro Moreno para El Financiero: en septiembre de 2019 el 44 por ciento de la población desaprobaba su manejo de la seguridad, en enero de 2024 ya somos el 71 por ciento.

Como mayoría, esperamos de la próxima presidenta una revisión a fondo de los vínculos del poder con el crimen organizado y de la manera en que piensa combatir el nefasto pacto de impunidad.


Colaboró Adrián Fix

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