Rápido y Furioso. La FGR reactivó el caso y puso en la mira a Genaro García Luna y a Joaquín El Chapo Guzmán. Una trama que apenas inicia y cuyo desenlace es bastante incierto
Los grandes desastres anidan en las ocurrencias.
Así fue con el operativo Rápido y Furioso que implementó la Oficina de Alcohol, Tabaco, Drogas, Armas de Fuego y Explosivos de Estados Unidos en 2009.
En Arizona y en Texas, estaban tras la pista de compradores de armamento que lo adquirían con facilidad y lo introducían a México con sencillez.
Una combinación de leyes permisivas y de fronteras más que porosas.
Por eso pareció una buena idea el propiciar la obtención de armas marcadas, para poder seguir la pista hasta llegar a dos objetivos igual de relevantes: los traficantes de armamento y los barones de las drogas.
A dos mil 500 armas se les colocó un chip e inició la operación de introducción y seguimiento en México.
El saldo es un desastre, por dónde quiera que se le vea, porque los integrantes del crimen organizado descubrieron los chips de rastreo y los destruyeron.
Es decir, se perdió la pista de todo un arsenal.
Rápido y Furioso
En 2011 un comando de Los Zetas asesinó, en San Luis Potosí, a un agente norteamericano que trabajaba en las aduanas, Jaime Zapata.
En las indagatorias de descubrió que una de las armas largas utilizada pertenecía al operativo Rápido y Furioso.
Publicado en Forbes.
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