Desde 1997 gobierna la izquierda en la Ciudad de México.
El 5 de diciembre de ese año tomó posesión Cuauhtémoc Cárdenas luego de derrotar a Alfredo del Mazo, el candidato del PRI y a Carlos Castillo Peraza, el abanderado del PAN.
Son 26 años en el Palacio del Ayuntamiento y nueve jefes de Gobierno. El propio Cárdenas, Rosario Robles, Andrés Manuel López Obrador, Alejandro Encinas, Marcelo Ebrard, Miguel Ángel Mancera, José Ramón Amieva, Claudia Sheinbaum y Martí Batres.
De la lista, solo Ebrard ejerció el poder durante seis años.
Las décadas en el poder han implicado el establecimiento de redes de apoyo poderosas, de traslado de clientelas que en su origen respondían el priismo y de nuevas alianzas con grupos empresariales y la sociedad civil.
La Ciudad de México ha vivido de todo al paso de estos años, inclusive dejó de llamarse Distrito Federal y los capitalinos adquirieron derechos políticos plenos.
Los titulares del gobierno capitalino están lejos de ser un grupo homogéneo, por el contrario, cada uno imprimió su estilo y estableció prioridades, desde la concepción de gobernabilidad de Cárdenas, el impulso de los derechos que hizo Robles, la política social de López Obrador, la visión de izquierda democrática de Encinas, la estrategia de inclusión de Ebrard y las perspectivas de modernización urbana y constitucionales de Mancera.
La llegada de López Obrador al poder en el año 2000 significó el establecimiento de un control político irrestricto.
Se alejó de antiguos aliados y trató de controlar las distintas sucesiones.
Pero los cimientos de la izquierda empezaron a coartarse durante el gobierno de Miguel Ángel Mancera, quien asumió una política de colaboración y acuerdos con la administración de Enrique Peña Nieto.
Esto le sirvió a la capital de país en lo que respecta a inversiones y coordinación en seguridad pública.
Se rompió con la absurda cultura del hielo que imperó entre Palacio Nacional y el Ayuntamiento mientras gobernaron Felipe Calderón y Marcelo Ebrard.
Mancera, como jefe de Gobierno, se separó de las instrucciones y dictados de López Obrador, lo que significó costos en cuanto a las propias alianzas y lealtades en la burocracia capitalina.
El PRD resistió los primeros embates de Morena, en las alcaldías y el congreso capitalino, porque lo dirigía un político experimentado y comprometido con las causas sociales, Raúl Flores.
Se consolidó la reforma política y se dio paso a la elaboración de una Constitución, que es de las más avanzadas en derechos. Nada de esto habría sido posible sin acuerdos entre todas las fuerzas políticas.
En 2024 significará un reto para todos. No es seguro que Morena mantenga el poder, porque se rompió una parte de su fuerza a nivel territorial.
El PAN, PRI y el PRD irán juntos en la búsqueda del Ayuntamiento. Para lograrlo requieren de un método de selección de candidaturas incluyente y con participación de la sociedad civil.
Cosas de la vida, es muy probable que sea el espíritu abierto y tolerante que tuvo la izquierda en el pasado, el que pueda derrotarla en el presente.
La disyuntiva es la siguiente: devolverle a la política su capacidad constructiva y de diálogo, o profundizar los desacuerdos y la división.
Imprimir artículo