Pudo haber sido de cualquier país. De Polonia, del sur de Francia o de Estados Unidos, pero Elena Poniatowska quiso ser mexicana.
“México es el que me duele, el que amo, el que me ha dado todo lo que tengo.
“El sólo hecho de ver el cielo azul todo el año, cuando venía de un país en el que llovía, nevaba… me parecía que había llegado al paraíso, porque el sol siempre te da una sensación de júbilo interior”, dijo en entrevista a Milenio.
Digna hija de una aristocracia que nunca se estableció, Elenita, como suelen llamarla, es una eterna viajera.
Princesa polaca, escritora, profesora, socia fundadora de la Cineteca Nacional y, ante todo, periodista, en 90 años se ha dedicado a encontrar historias en cualquier lugar.
Con una personalidad encantadora, ella es la periodista que le preguntó a Diego Rivera si sus dientes eran de leche y a quien Alfonso Reyes llamó mi hijita.
De carácter temerario, sus crónicas de la matanza estudiantil del 2 de octubre de 1968, el terremoto de 1985 en Ciudad de México y el conflicto de Chiapas en 1994, informaron al país de los sucesos más importantes de la época.
En la literatura también han figurado sus obras Hasta no verte Jesús mío (1961), La noche de Tlatelolco (1971), por la que obtuvo el premio Xavier Villaurrutia el cual rechazó, y Leonora (2011).
Elena Poniatowska: sin bajar la voz
Elena, la siempre crítica del presidencialismo mexicano, nunca se ha quedado callada aun cuando se trata de las iniciativas del partido al que apoya.
Resaltan sus comentarios cuando habla de los errores de la Cuarta Transformación a pesar de la estrecha relación que lleva con el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
De esta forma, se ha escuchado a Poniatowska reclamar su inconformidad con la polarización que ha creado el presidente en su mandato, así como con las “excesivas mañaneras”.
“Le diría: Señor presidente, ya párele con las mañaneras ¿Acaso no se da cuenta que hay un hartazgo nacional?”, declaró a Reporte Índigo.
Su verdadero amor: las letras
En entrevista con El País, la princesa roja afirmó que no se cansa de escribir.
Aún con un problema en su ojo izquierdo, como su ideología, sigue publicando cada domingo en el periódico que lee todas las mañanas: La Jornada.
Y es que la escritura, ha dicho, le ha permitido salvarse y salvar a otros:
“Escribir a cualquiera lo salva: escribir un diario es tener un amigo”, aseguró a Milenio.
Hoy, el Palacio de Bellas Artes y todo México celebran un año más en la vida de una princesa que se convirtió en la cronista de memorias y creadora de historias más importante de México.
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