El mal sueño del almirante de México

Mi amigo

El almirante Rafael Ojeda considera que los funcionarios civiles son unos corruptos. Es el mal sueño del almirante de México.

Para el titular de la Marina, sólo ellos, los que deciden hacer una carrera militar cuentan con la formación que les permite enfrentar la seducción de los bandidos y el dinero.

Así lo dijo: “México carece de servidores públicos honestos; por eso tenemos este problema de una alta corrupción”.

La paliza que les puso a sus propios compañeros de gabinete es evidente.

Aunque sospecho que en el fondo no meditó sus palabras.

Quizá lo hizo pensando que ante el presidente de la República, lo que se requiere es la arenga y no la reflexión.

El discurso público, hay que admitirlo, se banalizó.

La utilización de la palabra es tan constante desde el centro del poder, que ya es imposible tener una conciencia clara de lo que es adecuado y de lo que no lo es.

A eso están expuestos ahora los funcionarios de alto perfil.

Si el almirante Ojeda hubiera preparado su mensaje con cuidado, sus ayudantes le habrían advertido que en Guaymas, Sonora, periodistas marcaban a la Fiscalía del Estado para exigir que se esclarezca el asesinato de Ricardo López y acusan al responsable de la seguridad en el municipio, el capitán de fragata, Humberto Cano Ahuir.

El mal sueño del almirante de México

Las áreas encargadas de los análisis le habrían podido proporcionar los datos que señalan que las quejan por violaciones a los derechos humanos han aumentado.

Ademas de que las Fuerzas Armadas siguen participando en malos tratos y torturas.

Hace tan solo unas semanas, la propia secretaría de Marina informó de los 30 integrantes de esa corporación que están sujetos a proceso por uno de los delitos más deleznables: la desaparición forzada.

Almirante Rafael Ojeda, secretario de Marina.
Pero lo que preocuparía es que el almirante Ojeda esté convencido de sus palabras y que más que desliz sean una confesión, porque ello implicaría que considera que los soldados son indispensables para llevar a buen fin las tareas que corresponden a los civiles.

Por supuesto que esto no es así. Lo que se requiere, en efecto, es insistir en un servicio profesional de carrera, en servidores públicos que no estén expuestos a las veleidades de la política y de sus cambios, para contar con los técnicos y los expertos que hagan que las cosas funcionen más allá de las coyunturas.

El almirante Ojeda fue injusto con miles y miles de servidores públicos que tienen un desempeño y trayectoria limpia que, como él mismo, no inició el 1 de diciembre de 2018.

En efecto, sí necesitamos a la Marina Armada, institucional y capaz, como lo ha sido, ajena al veneno de esta época tan complicada y riesgosa. Es el mal sueño del almirante de México.


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