La brújula

¡Ya era hora!  

La bruma se mantendrá sobre el derrotero de las reformas constitucionales y las repercusiones financieras, sí, pero va aclarándose lo que sabemos e ignoramos sobre el proyecto de seguridad de la nueva presidenta.

​El tema de las reformas constitucionales opacó un reportaje de José de Córdoba, Santiago Pérez y Steve Fisher publicado en el Wall Street Journal del viernes 7. Está repleto de información. Alguna, como la siguiente, ya se conocía: “mientras López Obrador enlistaba al ejército y a devotos con escasa experiencia en seguridad, Sheinbaum reclutaba a policías veteranos y a tecnócratas”.

La principal revelación es el peso de los aportes de los servicios de inteligencia estadounidense. El diario pone el acento en la Homeland Security Investigations (HSI), una dependencia poco conocida. La HSI entregó a la Secretaría de Seguridad Ciudadana encabezada por García Harfuch la inteligencia para hacer, en julio de 2022, el mayor decomiso de cocaína en la historia de la capital: 1,600 kilos valuados en 40 millones de dólares. El alijo, que se destinaría a Tepito y a Los Ángeles, pertenecía al grupo de los Beltrán Leyva.

Hago un paréntesis para subrayar la importancia de entender mejor a esta dependencia, mucho menos visible que la DEA. Sugiero consultar una serie de reportajes recientes sobre el tema publicados en The Wall Street Journal sobre México y Colombia. Describen a una agencia con un presupuesto vasto y competencias amplísimas. Su mandato le permite involucrarse en investigaciones sobre tráfico de migrantes y “polleros”, explotación sexual, narcóticos, fentanilo y armas. Y según versiones pendientes de corroboración, su presencia en México ha ido creciendo en los últimos años.

​La intensidad de la relación CdMx-HSI se enmarca en la disparidad en la comprensión sobre la presencia del aparato de seguridad estadounidense en México. Las relaciones con el gobierno federal mexicano están bastante bien documentadas, pero conocemos muchísimo menos acerca de la relación entre las dependencias dedicadas a la seguridad y los gobiernos de las 32 entidades y algunos municipios importantes. Una de las primeras iniciativas del gobierno que ahora termina fue centralizar en Relaciones Exteriores la información sobre esta práctica. Nunca supimos en que terminó.

​Armar el rompecabezas sobre la seguridad es complicado pero indispensable. Ya sabemos que la 4T hará las reformas legislativas necesarias para que la Guardia Nacional siga en la Sedena. Esto conduce a lo poco que sabemos sobre el discreto arropamiento militar a la capital. La comparación entre entidades está dando algunas pistas. En los últimos años, la Guardia Nacional desplegó en la CdMx un promedio de 119 efectivos por cada 100 mil habitantes, en Yucatán 38 y en Coahuila 66. Ignoramos lo que hicieron o las consecuencias e implicaciones.

Investigar las arterías que alimentan la inseguridad es una historia inacabable. Es inmenso el mapa de las carreteras que recorren una geografía confusa porque carece de señales. A veces se avanza como si fuéramos en una autopista de peaje, en ocasiones se termina en un callejón sin salida aparente.

Con esta reflexión regreso a la comparación entre las estrategias de seguridad federal y capitalina. Es cada vez más claro que las políticas citadinas fueron bastante más consistentes y exitosas que las federales. Esas diferencias pasaron desapercibidas durante la mayor parte del sexenio por la discreción del equipo de la ahora presidenta electa que, durante su campaña, fue muy cuidadosa en bajar el perfil de sus logros en esa materia. Los celebró, pero no los enumeró; mucho menos los contrastó con las del presidente en funciones que optó por no averiguar o comparar.

Según algunos de sus colaboradores la seguridad es el tema que más importa a la presidenta electa que repitió en varias ocasiones que intentará replicar en el país sus experiencias en la ciudad. La CdMx será la brújula que la oriente en una marcha frenética para intentar replicar en otras ciudades lo alcanzado en la capital.

Para quienes investigamos este tema, el hecho impone la obligación de entender lo bueno y lo malo de lo acontecido en esta urbe hosca y hospitalaria; repleta de posibilidades y enseñanzas, de éxitos y fracasos. Por nosotros y por los demás.

Colaboró Sebastián Rodríguez

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