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martes, abril 22, 2025

Timo. Estafa.

Ciudad de México.- Simulación. Teatro. Son términos fuertes pero apropiados para categorizar la actitud y las políticas de nuestro gobierno frente a las armas ilegales que llegan de los Estados Unidos.

El 15 de junio, The Washington Post sacó un reportaje sobre la compra de armamento a los Estados Unidos por 3 mil 500 millones de dólares hecha por el actual gobierno. Es razonable que las fuerzas armadas y las policías mejoren su equipo; se enfrentan a bandas criminales cada vez mejor abastecidas. Es igualmente positivo el control que la Secretaría de la Defensa Nacional ejerce sobre la venta de armas. En todo México solo hay una tienda —en el Campo Militar Número 1— donde se pueden adquirir legalmente y la Sedena tiene un riguroso control y supervisión sobre las licencias que otorga para su portación.

Es una lástima que los delincuentes no acudan a la Sedena a solicitar licencias o adquirir suministros bélicos. No lo necesitan porque tienen a su disposición un gigantesco mercado negro. Según una investigación de Iñigo Guevara y Eugenio Weigend, en México hay actualmente un inventario de 24 millones 600 mil armas de fuego ilegales (su texto en inglés está disponible en www.sergioaguayo.org). Esas armas se utilizan para matar gente y cometer delitos.

Los homicidios dolosos perpetuados con armas de fuego pasaron de 25% (2000-2006) a 55% (2013-2014) y en cualquier secuestro o robo nos enteramos que los delincuentes cargan rifles de asalto o escuadras de uso exclusivo del ejército.

Lo sorprendente es la indiferencia gubernamental. El 16 de junio la Procuraduría General de la República difundió un comunicado sobre un encuentro entre su titular, Arely Gómez, con su homóloga estadounidense Loretta E. Lynch. El texto emite un penetrante olor a incienso: la reunión fue histórica y marcó el principio de una era de colaboración en diversos niveles, etcétera. En ese comunicado jamás mencionaron el asunto del tráfico ilícito de armas.

Para entender el silencio regresemos a los tiempos de Felipe Calderón, que sí tenía incorporado a su discurso el tema de las armas. En su último año como Presidente ordenó que se fundieran tres toneladas de armas aseguradas para levantar un espectacular que decía “No more weapons”.

Lo plantó frente a la línea fronteriza para que lo vieran los vecinos desde El Paso. Su beligerancia discursiva jamás significó irse a la raíz del problema; en 2009 dio marcha atrás en una demanda legal que estaba preparándose contra las empresas estadounidenses que fabrican pistolas y rifles de asalto.

El 16 de junio, El Diario de Ciudad Juárez traía una noticia importante sobre este tema. El alcalde priista de esa ciudad, Enrique Serrano Escobar, informó que el espectacular sería retirado porque «no abona a la buena relación con los Estados Unidos». ¡Necesitamos este tipo de claridad! La flacidez peñanietista viene de que no desean molestar a los conservadores ni avergonzar al gobierno de Barack Obama que ha sido incapaz de impedir el flujo de armamento por el poderío de la Asociación Nacional del Rifle.

La blandura peñanietista se reconfirmó el 17 de junio. En una reunión con el bufete de Gonzalo Aguilar Zinser fuímos informados del proceso de la denuncia presentada en septiembre de 2014 por Desarma México —formo parte de esta organización http://www.desarmamexico.org/— contra aquellos funcionarios mexicanos que permitieron el operativo del gobierno estadounidense “Rápido y Furioso” (contrabando controlado de más de 2 mil armas).

La Procuraduría no ha hecho nada. Queda, por supuesto, exigir legalmente que se llame a declarar al expresidente Calderón y al entonces procurador, Eduardo Medina Mora.

La pasividad frente a los Estados Unidos se transforma en energía cuando pasan al terreno multilateral. El gobierno de México firmó y ratificó el Tratado Internacional sobre el Comercio de Armas, y México será la sede de la primera reunión entre estados, el próximo mes de agosto.

Preparémonos para discursos y cocteles y muchas fotos que les servirán para dar la aperiencia de que están haciendo “algo” para enfrentar el tráfico de armas. En ese mes nos jurarán que desean “eliminar el tráfico ilícito de armas” y “reducir el sufrimiento humano” en el mundo. Entretanto, son incapaces de poner orden en las aduanas o de exigir a Washington que cumpla con sus leyes.

Evidencia de este tipo me permite asegurar que en este tema el Estado mexicano nos tima y estafa. Lo suyo es la simulación y el teatro.

Comentarios: www.sergioaguayo.org

Colaboraron Paulina Arriaga Carrasco y Maura Álvarez Roldán

Sergio Aguayo
Sergio Aguayohttp://sergioaguayo
Académico y analista. Nació en Jalisco y creció en Guadalajara. En 1971 llegó a la Ciudad de México a estudiar la licenciatura en Relaciones Internacionales en El Colegio de México. Realizó la Maestrí­a (1971), doctorado y post-doctorado (1977-1984) en la Universidad Johns Hopkins. Desde 1977 es profesor investigador del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México y tiene el Nivel III en el Sistema de Investigadores. Actualmente coordina el Seminario sobre Violencia y Paz en esa institución.

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