Desde Italia

Impunidad

Desde Italia Milán. Vine a Italia para estudiar y comprender lo que han hecho para contener, con bastante éxito, la violencia del crimen organizado; las Mafias siguen existiendo, pero causan menos daño a la sociedad.

Conocedores de esta historia me sugirieron conversar con Nando dalla Chiesa, profesor de la Universidad de Milán, quien se interesó desde adolescente en el tema al observar que sus compañeros de escuela en Palermo tenían una idea romántica de la Mafia.

Su vocación se fortaleció cuando un sicario ejecutó en 1982 a su padre, el general de los Carabinieri Carlo Alberto dalla Chiesa, quien había sido nombrado como responsable para enfrentar a la Mafia en el sur de Italia.

Los italianos, que son buenos conversadores, guardaron durante muchos años silencio sobre la Mafia (todavía ahora, algunos veteranos en estos asuntos bajan el tono de voz cuando hablan de ellos).

A sus 72 años, Dalla Chiesa se inclina por escuchar, aunque en los momentos oportunos habla claro y fuerte.

Relata que, cuando estaba construyéndose el movimiento antimafia, participó en un poblado cercano a Nápoles en un homenaje a un policía asesinado.

Todos elogiaban al finado, pero nadie señalaba la organización de los asesinos.

Él los señaló y se involucró en un movimiento que, como decía inicialmente, redujo considerablemente la violencia ejercida por la Mafia.

Desde Italia 

Dalla Chiesa ha levantado en la Universidad de Milán un núcleo de investigación, docencia y acción cívica.

Además de impartir el curso Sociología del Crimen Organizado, coordina un doctorado y organiza un curso cada verano.

Una colega de El Colegio de México, Mónica Serrano, es docente en el posgrado y gracias a ella estuve dialogando unos días con Dalla Chiesa y su equipo (el profesor Thomas Aureliani es, por cierto, un conocedor de la violencia en Coahuila y otros estados mexicanos).  

En los círculos especializados de México se conocen los grandes rasgos de la lucha italiana por acotar a la Mafia.

En otros textos y espacios abordaré el papel de jueces como Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, asesinados en diferentes meses de 1992; del maxiproceso judicial que culminó en 1987 o de los alcaldes antimafia como Leoluca Orlando.

Conocemos menos el protagonismo jugado por la sociedad.

Es el caso de Libera, una coalición diversa y plural que aglutina y coordina a centenares de organizaciones presentes en toda Italia.

Fundada en 1995 por el sacerdote Luigi Ciotti, ha sido fundamental en la promoción de campañas exitosas contra el crimen organizado y la corrupción, y a favor de los derechos humanos y el medio ambiente.

La antimafia

Uno de sus programas estratégicos antimafia más exitosos ha sido la promoción, en las aulas de educación primaria y secundaria, de un mensaje abiertamente crítico de los violentos y sus organizaciones.

Con frecuencia se olvida que los rteles tienen una base social que los considera actores legítimos y que intentan imponer sus puntos de vista a la ciudadanía que favorece un Estado de Derecho.

Las mentes y los corazones son una variable crucial, de modo que una de las vertientes de este programa consiste en invitar a un juez y a un policía a explicar en las escuelas lo que es el crimen organizado y lo que hacen ellos para combatirlo.

Hablar con claridad sobre los métodos de los criminales los despoja del aura de heroicidad y romanticismo que promueven, por ejemplo, en nuestro país, los narcocorridos o las películas dedicadas a ese tema.

Una ventaja adicional es que se revalorizan las profesiones de jueces y policías, gremios clave en la reconquista de las instituciones y territorios tomados por las organizaciones criminales.

México vive una guerra total y brutal contra organizaciones criminales cada vez más empoderadas.

Algunos de nuestros gobernantes son cómplices activos u optan por la indiferencia justificándose en la impotencia.

También hay funcionarios federales y locales comprometidos que buscan y obtienen el apoyo de la sociedad organizada.

Es obvio que no es posible (o deseable) replicar acríticamente lo hecho en Italia, pero sería absurdo no acercarse a conocer lo que ellos, o los colombianos y estadounidenses, entre muchos otros, han hecho para enfrentar uno de los problemas universales del siglo XXI.

Compaginemos las denuncias con propuestas fortalecidas con lo que ha funcionado en otros países.


Colaboró Carolina Méndez Rivera.

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