Boric y el conjuro de los fantasmas de La Moneda

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Boric y los fantasmas de la Moneda. Dos fantasmas recorrieron la contienda electoral chilena, el de Salvador Allende y el de Augusto Pinochet. Un asunto más anímico que real, porque ni Gabriel Boric es como el presidente que murió en la Casa de la Moneda, durante un golpe de estado en 1973, ni José Antonio Kast es un remedo del general y sus delirios, aunque simpatice con él.

El juego en Chile es más concreto y tiene que ver con resolver las desigualdades, enfrentar las turbulencias económicas y conducir a buen fin el proceso de redacción y ratificación de la próxima Constitución.

Este último punto es esencial, porque se acabará con el último vestigio de la dictadura pinochetista.

El texto todavía esta presente en algunos de los trazos de la constitución de 1984.

Y los chilenos decidieron, por una amplia mayoría, la más copiosa en democracia, –Boric es el presidente más votado– por buscar las soluciones en la izquierda, a la que pertenece el joven presidente electo.

En efecto, Boric viene de los movimientos estudiantiles que en 2011 lograron la gratuidad en la educación para los estudiantes pobres y advirtieron que las políticas económicas no estaban generando bienestar.

Pusieron la agenda social en la mesa.

Boric y los fantasmas de la Moneda

Pero Boric está lejos de tener un cheque en blanco y tendrá que negociar en el congreso para impulsar los cambios que ofreció en la campaña.

Además, la realidad irá acomodando las cosas.

Así se percibió luego de la reunión que tuvo con el todavía presidente Sebastián Piñera, donde al salir señaló que se hacía cargo del enorme desafío que tiene en el horizonte.

Boric no será un destructor, pero tampoco flotará para no comprometerse.

En su discurso ha dejado claro que su proyecto avanzará paso a paso, sin estridencias que lo compliquen o lo pospongan.

Su triunfo es en realidad el de la socialdemocracia, la izquierda democrática.

Lo respalda el Partido Comunista, pero es poco factible que ellos impongan las líneas generales de lo que será la próxima presidencia.

El reto de Boric, en gran medida, es controlar a los extremos para construir un espacio de centro izquierda que le permita el margen de maniobra que requerirá para dar resultados sin frustrar las esperanzas de quienes creen en él.

Su triunfo también cambia el panorama de la izquierda en el poder, porque no congenia con los regímenes autoritarios, como los de Venezuela, Nicaragua o Cuba.

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