Ricardo desapareció entre talamontes de la CDMX

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Desde los tres años, Ricardo Rico Fernández, oriundo del centro de la Ciudad de México, acostumbraba a participar en la peregrinación hacia el templo del Señor de Chalma.

Motivado por su fe, caminaba todos los años desde el kilómetro 35 de la carretera circuito Ajusco hacia el Municipio de Ocuilan en el Estado de México.

Es un camino de aproximadamente 50 kilómetros, con obstáculos naturales como pendientes, víboras de cascabel y el intenso sol del bosque del Ajusco.

Recientemente, se sumó un inconveniente más a la lista: grupos de talamontes ilegales distribuidos por buena parte de la ruta que atraviesan los peregrinos.

El 28 de septiembre del 2019, Ricardo emprendió el viaje a la peregrinación junto con un grupo de 20 vecinos.

Le dijo a su madre que no se preocupara, que regresaría en tres días como todos los años; sin embargo, ese año Ricardo no llegó.

Según lo declarado por uno de sus acompañantes, comenzó a sentirse mal en los primeros kilómetros del recorrido; lo dejaron descansando a orillas del camino y con 100 pesos para regresar a su casa mientras ellos seguían hacia su destino.

“Iban más de 20. ¿Por qué no lo ayudaron? Solo ellos saben que fue lo que pasó. De los cuatro que mandaron a declarar, solo dos fueron, y uno de ellos cambió su declaración”, cuenta Lucía Rico Fernández, madre del desaparecido.

La mujer duda de lo declarado y se plantea diversas teorías.

Una de estas, es que tras encontrarse solo y en una situación vulnerable, un grupo de talamontes lo privara de su libertad, con el objetivo de integrarlo a la organización criminal de manera forzosa.

Tres años tuvieron que pasar para que la Comisión de Búsqueda de Personas de la CDMX coordinara la primera búsqueda en campo.

Fueron tres días en los que se exploró el área entre el paraje de las cruces —el primer descanso de los peregrinos—, y el cerro del Quepil.

El resultado del rastreo no arrojó ningún indicio que pudiera acercar a Ricardo con su familia.

Al día de hoy la Comisión no ha planeado una segunda búsqueda.Ana, hermana de Ricardo en la búsqueda de Ricardo ocurrida en Junio

Peregrinación en honor a Ricardo

A cuatro años de su desaparición, este 28 de septiembre, los familiares de Rico Fernández realizaron la peregrinación a Chalma en su honor.

La cita fue a las 6:30 am., en el momento en que la Ciudad da paso a los primeros rayos de sol y pinta las calles de un azul nebuloso.

Junto a personas solidarias a la desaparición, fueron subiendo a la camioneta de la comisión de Búsqueda de la CDMX.

Los empleados del órgano gubernamental que se sumaron como acompañantes tuvieron un ligero retraso, pero quien nunca llegó fue Enrique Camargo, titular de la dependencia, quien a pesar de haberse comprometido a asistir, argumentó problemas de agenda.

El viaje a pie comenzó en el paraje de las cruces. Recorrieron el mismo camino que recorrió Ricardo hace cuatro años.

El señor Cándido, su padre, arroja una roca a la montaña de piedras coronada con cruces, para luego asegurar que así el viaje se aligera.

Son las 9:00 am y el grupo de peregrinos ha recorrido el primer par de kilómetros.

Un rastro de flores amarillas, flechas con la leyenda “Chalma” y fichas de búsqueda del desaparecido guían el camino.

Mientras buena parte del grupo se quedaba atrás, faltos de condición física y experiencia en caminatas tan largas, el señor Cándido y su otro hijo, Miguel, se mantienen a la cabeza del grupo, con un caminar más rápido pero aún relajado, escuchando música y bromeando sobre la falta de preparación del resto.

Los pasos comienzan a pesar cada vez más. Tras cinco horas de caminata y más de 12 kilómetros recorridos, la peregrinación llega a “Agua de cadena”, una zona de cabañas y descanso, además de la única donde los peregrinos pueden encontrar comida, bebidas y sanitarios.

Los problemas médicos de Lucía le impiden seguir a pie. Cándido sugirió que las personas que se encontraran más cansadas acompañaran a su esposa en automóvil hasta el poblado de Santa Martha.

Mientras el resto del grupo siguió a pie, Lucía y un par de personas más viajaron en taxi hacia el hotel donde toda la peregrinación pasó la noche.

En dicho viaje, el conductor explicó a los pasajeros que una fuerte crisis de inseguridad azotó al pueblo por muchísimo tiempo.

Una señora con un puesto de hamburguesas confirma todo lo dicho por el taxista.

Afirma que muchos jóvenes de la zona se dedican a la tala ilegal y que no es raro ver bajar camiones repletos de troncos por las noches.

El grupo se reunió aproximadamente a las 9:00 pm. Los que decidieron llegar a pie a Santa Martha, cenaron comida ofrecida por otros peregrinos y se dispusieron a descansar en el mencionado hotel: todavía les queda todo un día para llegar al santuario del Señor de Chalma.

Sigue la ruta a Chalma

Son las 5:30 de la mañana del 29 de septiembre, la peregrinación avanza sin esperar los primeros rayos de sol.

Quedan todavía más de 15 kilómetros hasta el santuario, el camino se presenta con menos dificultades que el de ayer, pues se recorre en su mayoría a pie de carretera.

La gente local saluda aun sin conocerlos y los sentidos permiten disfrutar el paisaje verde, el canto de las aves y el aire refrescante y limpio del que carece la Ciudad de México.

Tras varias horas recorridas, Lucía y su familia llegan a la ultima parada antes del templo “El ahuehuete”, un enorme árbol de 40 metros de altura y del cual brota agua cristalina y bendita para los peregrinos.

Según la familia Rico Fernández, su líquido repara el cuerpo de la fatiga acumulada por la caminata y purifica el alma.

Es un momento de alegría y unión familiar: los adultos se relajan en las aguas heladas mientras que los niños ríen y juegan con el agua.

La abuela de Ricardo cuenta que se metía en él desde que tenía cinco años, pues era una de sus partes favoritas del recorrido.

Antes de partir, Lucía le reparte a su familia playeras con la cara de Ricardo, conmemorativas de los cuatro años de su desaparición.

Cada septiembre que pasa, hace nuevas camisetas; en esta ocasión, lleva grabada la canción Haces mucha falta:

“Su madre no se cansa/No deja de rezar

Aunque pasen los años/La esperanza no se va

No quiero resignarme/Te tengo que encontrar

Con vida o sin vida, solo pido la verdad”.

Solo restan unos cuantos kilómetros para llegar al destino final.

Lucía y Cándido pegan fichas de búsqueda en cada sitio donde pueden.

En el camino se encuentran con fichas de peregrinaciones pasadas, opacas por la exposición al sol o hechas pedazos por personas que las arrancan.

En el tramo final, cuelgan la última pancarta, impresa en gran formato para que cada peregrino que pase se acuerde de Ricardo.

Después de dos días de peregrinación y cientos de carteles de búsqueda repartidos por todo el camino, los caminantes han llegado al santuario del Señor de Chalma.

El padre que oficia la misa pide por Ricardo y espera que este regrese con bien a casa.

La madre extiende la manta con la ficha de Ricardo mientras Cándido coloca una foto de su hijo en la capilla de la iglesia, a la vez que reza en silencio.

A Lucía la acompañan hijos, nietos, hermanas, su madre y su nuera.

Valeria, tía de Ricardo, asegura que siempre ha tenido el respaldo y acompañamiento de toda su familia.

Sin embargo, se siente al mismo tiempo abandonada. Desde que Ricardo desapareció, se cuestiona sus creencias, le reclama a Cristo por qué le tocó a Ricardo, si siempre fue muy devoto, agradecido y trabajador.

Mientras tanto, espera que la Comisión de Búsqueda de la capital pueda programar otra jornada.

La peregrinación también sirvió para señalarle áreas donde se pudieran emprender futuras búsquedas a los empleados de la Comisión.

Lucía recuerda a su hijo como alguien alegre, con gusto por el futbol, la televisión y la comida de su madre: su sueño más grande era comprarle una casa y sacarla de trabajar.

“Me decía ‘¿Qué haces, jefa? ¿Hiciste de comer? ¡Vamos a comer! Hoy, ya no guiso como antes, porque me recuerda mucho a él”.

Ella pide a la sociedad que no sea indiferente con su situación, que ayude a compartir su ficha y a proporcionar información sobre su paradero si es que saben algo de él.

“Desde el primer día de su desaparición, me dejaron muerta en vida, me arrancaron la mitad de mi corazón y de mi alma, mis emociones me están enfermando… Quiero encontrar a mi otra parte”.

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