Dos meses de campañas y lodo

Ciudad de México.- En un país crispado, confrontado por el discurso de odio lanzado desde el más alto cargo público, iniciaron las campañas para diputadas y diputados federales. En juego estarán 300 distritos electorales y 200 de representación popular.

La guerra de lodo está a tope y se pondrá peor. En los próximos dos meses veremos videos, escucharemos audios filtrados para lastimar electoralmente al adversario.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, es el artífice del enfrentamiento y odio entre mexicanas y mexicanos y eso provoca confrontaciones entre buenos y neoliberales.

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Habrá que estar muy atentos del desempeño de los medios públicos, cuyos contenidos son parciales con clara tendencia oficialista y con voces claramente progobiernista.

El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación evitó confrontarse con el Ejecutivo. Determinó que los medios deben evitar difundir logros de gobierno, cuando debió limitar al Presidente y a los gobernadores a publicitar logros que se interpreten como propaganda electoral.

La responsabilidad será de los medios, quienes podrán ser sancionados. Deberán evitar transmitir las conferencias matutinas del presidente y este, a su vez, tendría que evitar hablar del proceso electoral.

Sin embargo, difícilmente se abstendrá de hacerlo. El mandatario está permanentemente en campaña y no quiere ver truncado su proyecto de gobierno con una mayoría opositora que bloquearía cualquier iniciativa presidenciales.

Dos meses de campaña que será difícil que después de las elecciones, cualquiera que sea el resultado, se sienten a negociar, porque habrá heridas que no podrán subsanarse y porque al gobierno no le interesa dialogar con quienes piensan diferente.

Las elecciones serán un referéndum al gobierno del presidente López Obrador. Si los votos refrendan la mayoría de Morena en el Congreso, podrá culminar sus proyectos.

Pero si las y los ciudadanos votan por la oposición serán otros tres años de confrontaciones y división impulsadas desde el poder de Palacio Nacional.

Las y los electores tendrán la decisión de qué país quieren. Uno es continuar con el proyecto del presidente López Obrador y el otro el de una oposición que no tiene ni siquiera un programa legislativo que pueda tener presentar al electorado.

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