¿VOTO NULO?

Ciudad de México.- ¿Cómo votar por ellos o por ellas cuando sabemos lo que son? Corruptos, traicioneros, sin ideología ni principios, arribistas, oportunistas, afines al escándalo, de moral distraída.

La clase política capitalina está compuesta de una fauna singular, pero al mismo tiempo decepcionante. Nos han robado esperanzas; aunque no la capacidad de asombro por sus canalladas, por su mediocridad e indolencia.

Son unos cínicos y sinvergüenzas que brincan de un cargo a otro para vivir del presupuesto y del tráfico de influencias. Cuando se acerque el 2018 dejarán sus cargos en busca de un nuevo hueso para roer, sin importar por qué color o bandera.

Sus campañas han sido ilusorias, huecas de contenido, carentes de emotividad, cargadas de bajezas y de ataques.

Hay excepciones, las menos, y si esas excepciones aparecen en su boleta electoral, pues que suertudos, tienen por quien votar.

Los Especímenes

Si hacemos una rápida revisión de algunos integrantes de esa desalentadora fauna me darán la razón para no votar por ellos.

Si no menciono a muchos, no se ofendan, pero son tantísimos que haría falta un libro. Los aquí incluidos me vienen a la mente por incongruentes, desvergonzados y hasta por párvulos.

Ahí tienen, por ejemplo, a Polimnia Romana, la candidata del PRI-PVEM a jefa delegacional en Alvaro Obregón. ¡Era la encargada de logística de Andrés Manuel López Obrador en la Jefatura de Gobierno del DF! ¡Una de las famosas gacelas del Peje!

Ella participó en los bloqueos al Senado para impedir la aprobación de la reforma energética en el 2008. Para entonces tomó fama como la coordinadora de las “Adelitas”, que arengaban a los manifestantes en contra de lo que su jefe denominaba la alianza del PRIAN. Hoy está con aquellos a los que antes les gritaba vende patrias.

Y qué decir de su ex pareja sentimental, el candidato a diputado federal por el PRD, Roberto Candia, un ex trabajador del área de Comunicación Social del gobierno capitalino, también en la época de López Obrador. Burlón y sarcástico; no podía pronunciar una frase sin lanzar dos o tres groserías. Lo suyo era hacer bullying contra sus compañeros de trabajo.

Del lado del PAN está el impresentable Jorge Romero, que llegó a la política en 2006 de la mano de la que era su novia, Mariana Gómez del Campo. Intolerante a la crítica en su etapa bisoña, hoy queda claro que ha hecho currículum en el escándalo y el presunto tráfico de influencias. La corrupción que ha salido a flote en los medios de comunicación parece que sólo ha alimentado más su pretensión de ser el coordinador de los diputados locales del PAN en la siguiente Asamblea Legislativa del DF. ¡Eso sólo puede pasar en nuestro país!

Y si seguimos con el PAN ahí está la candidata a jefa delegacional en Coyoacán, Silvia Pérez Ceballos. Arrogante como sólo ella, la ex directora de Protocolo de la que fuera primera dama, Margarita Zavala, tiene en su actividad laboral más reciente haber “trabajado” en la bancada del PAN en el Senado, donde su mayor mérito fue la amistad con el coordinador parlamentario, Jorge Luis Preciado, el mismo que llevó mariachis y alcohol a la Cámara Alta para festejar con amigos y trabajadores.

En Morena, un claro exponente de la farsa es el candidato a jefe delegacional en Cuauhtémoc, Ricardo Monreal, de quien ya se filtró un audio dando instrucciones para simular las cifras y acomodar los topes de gastos de campaña. Con una estrategia de cantinfleo salió a no aclarar lo que no pudo desmentir. Así el galimatías.

En el Movimiento de Regeneración Nacional, el partido de un dueño providencial y mesiánico, hay tanta cara conocida, y me pregunto: ¿Qué de nuevo pueden ofrecer a una ciudad a la que ya administraron? De esa época queda el recuerdo del sobreendeudamiento, la inseguridad, las irregularidades en la construcción de los segundos pisos y las oscuras alianzas  con empresarios y contratistas del gobierno local. Fue el gobierno de los videoescándalos, de los amarres con los Bejaranos y Padiernas.

En otros partidos, los ejemplos sobran de candidatos que no tienen ningún otro mérito para estar en la boleta más que sus vínculos familiares con encumbrados líderes políticos o funcionarios de alto nivel.

Ahí tenemos a Israel Moreno, candidato del PRD a jefe delegacional en Venustiano Carranza, un personaje que de joven trabajó como auxiliar administrativo en la redacción del periódico El Universal, y que sin mayor merecimiento fue catapultado a la política local gracias a su hermano Julio César, el actual presidente de la Cámara de Diputados.

Mariana Moguel, la hija de Rosario Robles, hoy es candidata a diputada por la coalición PRI-PVEM. En 2006, la jovencita Mariana se la pasaba bomba jugando a hacer campaña vestida de azul, inmersa en las filas panistas para apoyar al entonces candidato a jefe de Gobierno, Demetrio Sodi.

Tres papeletas

Esta ciudad está llena de promotores de la patraña y no se merecen el único instrumento de democracia real que tenemos los ciudadanos, nuestro voto.

No podía estar más de acuerdo con Denise Dresser, y su llamado a anular el sufragio el próximo 7 de junio, como una forma de protesta pacífica y contra este enfermo sistema político electoral. Su planteamiento, creo, es de fondo: La democracia representativa tal y como hoy está diseñada, por y para los políticos, ya no sirve, porque no nos representa.

Pero hace unos días me encontré con un texto de Jorge Alcocer que tituló “¿Quiere anular su voto?” (Reforma 02/06/2015). Con aritmética argumentó cómo la anulación del voto puede beneficiar a los partidos llamados la chiquillada, para mantener su registro, pues los votos nulos no se incluyen a la votación válida emitida, misma que se toma como base para contabilizar los sufragios para un partido; o cómo los votos nulos pueden beneficiar a la oligarquía partidista a incrementar su representación en la Cámara de Diputados.

¡Vaya! Cuando pienso en votos nulos no quiero más rémoras ni sanguijuelas, pero he de decir que sobre el artículo de Jorge Alcocer le pedí una opinión vía Twitter a Denise Dresser y no me respondió. Me hubiera encantado tener sus argumentos.

En la nube de la indefinición me quedaré de aquí al 7 de junio, quizás como muchos de ustedes.

El día de la elección tendré tres boletas en mi mano, porque votaré para diputado local, diputado federal y jefe delegacional. La opción puede ser un voto diferenciado, porque si de lo que se trata es de encontrar el negrito en el arroz, a la hora de estar en la casilla a lo mejor le puedo dar la razón a Denise Dresser pero al mismo tiempo a Jorge Alcocer.

No lo sé. La almohada dirá.

Twitter: @negroenelarroz

Correo electrónico: [email protected]

Imprimir artículo Síguenos en Google News

Post más visitados en los últimos 7 días