El muro de Claudia Sheinbaum en la CDMX

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Luis Eduardo Velázquez Director del diario y semanario digital Capital CDMX

Ciudad de México.- Todas las elecciones le dejan una lección a los partidos políticos y a los gobernantes en turno. En los comicios del 6 de junio de 2021 la lección más dura se la llevó la jefa de Gobierno de la Ciudad de México (CDMX), Claudia Sheinbaum, porque fue la gran electora en Morena y sufrió un descalabro peor que el de Miguel Ángel Mancera en 2015.

Lo grave es que no entendió el mensaje y está buscando culpables hasta debajo de las piedras, pero solo tiene que mirarse al espejo y leer las cifras y repasar cada uno de sus errores. Entendemos su frustración porque la pone en desventaja rumbo a su ambición presidencial en 2024, aunque en política nada está escrito y si hace a un lado la soberbia podrá recomponer el tablero. 

El resultado electoral dividió a la CDMX en dos bloques y ha sido ya motivo de memes que llegan a preocupar si se fija ese mensaje polarizante y discriminatorio. Desde la perspectiva de los electores no se quiso dividir la capital del país, sino se hizo un voto de castigo a los malos gobiernos, la tentación autocrática, el terrorismo electoral y al populismo.

Lo que sí se puede afirmar es que hay un muro en la CDMX y lamentablemente es un muro que levantó Claudia Sheinbaum entre los capitalinos.

Desde que asumió el poder, aún llamándose feminista, levantó un muro contra las feministas y no solo en la retórica sino literalmente para resguardar a su mentor Andrés Manuel López Obrador. Hoy los feminicidios siguen a la alza y a regañadientes aceptó la alerta de género.

Levantó un muro en la pandemia con los empresarios al negarles apoyo cuando le lanzaron un grito desesperado, lo mismo restauranteros, escuelas privadas, industrias y hasta las cooperativas. No aceptó el diálogo y se encerró en el Antiguo Palacio de Ayuntamiento.

Levantó un muro con los ambientalistas que le reclamaron que no extinguiera un humedal en Xochimilco y sin escuchar a ninguna de esas voces los avasalló con sus máquinas de obra pública y hasta los reprimió su policia que “supuestamente” extinguió a los granaderos.

Levantó un muro con los ciclistas que llevan meses saliendo a las calles de la CDMX a exigir espacios seguros porque los están matando con plena impunidad ante la ausencia de un secretario de Movilidad, que es un simple bombero. 

Levantó un muro con los más de 140 mil taxistas que le pidieron un subsidio en la pandemia y los contuvo con su desaire, privilegiando más a los conductores de las empresas trasnacionales. Pidieron créditos a la palabra y su delegada del Bienestar, Cristina Cruz, les dio un palmo en las narices.

Levantó un muro con los legisladores del Congreso de la CDMX, desde que quitó a Rosa Icela Rodríguez, y no escuchó ni a los de su partido que eran mayoría. Los trató como subordinados, los regañó, los humilló, les enmendó la plana de forma autoritaria y solo los uso para que le aprobaran sus leyes sin moverle una coma. Despreció a sus aliados del PVEM y el PT por considerarlos corruptos. Le pidieron diálogo para hacer un paquete fiscal en 2020 y enfrentar la pandemia y les impuso la Ley Sheinbaum.

Levantó un muro con los órganos autónomos como el Instituto Electoral de la CDMX, el Instituto de Transaparecia, el Tribunal Electoral al recortarles su presupuesto y los mandó amenazar con emisarios para que no impugnaran su Ley Sheinbaum y para impedir el surgimiento de nuevas fuerzas políticas. Y se dio el lujo de hacer una Fiscalía, una Contraloría y una Auditoria Superior carnales. Hoy hay un sistema de corrupción. 

Levantó un muro con los periodistas, muchos en riesgo y desplazados, y medios de comunicación por considerarlos “chayoteros”, no obstante, por el mismo lado a los de siempre les entregó más de 2 mil millones de pesos para la propaganda de su gobierno que no permeó en los capitalinos. Dice que no ha quitado reporteros de su fuente, solo que sus voceros sí llaman a las redacciones para intimidar y su equipo de comunicación impide preguntas que para ella son “incómodas” negando el debate público.

Levantó un muro con los vecinos a los cuales les quitó la Ley de Participación Ciudadana y secuestró más de 2 mil 800 millones de pesos para invertirse en el mejoramiento de sus colonias pueblos y barrios.

Levantó un muro con los constituyentes que refundaron la CDMX con una Constitución de avanzada y se convirtió en un tablajera de la Carta Magna local.

Levantó un muro con los militantes de Morena al hacer un proceso interno oscuro, comandado por su amigo Héctor Ulises García Nieto, que no hizo política y echó de candidaturas a quienes representan espacios en territorio y compró caciques del PRD como Julio César Moreno, en Venustiano Carranza, ahora su principal baluarte. Pisoteó a las bases que decían no a la reelección y al final se atrevió a desnudar que no hubo encuestas sino dedazo. 

Levantó un muro con los usuarios del Metro que han padecido con dolor y muerte la mala gestión de Florencia Serranía, su funcionaria intocable, y el muro más doloroso a la vista de todos es el que construyó contra las víctimas a las que trata sin sensibilidad y les da apoyos como si fueran una dádiva y no una reparación del daño tras el colapso de la Línea 12, la más emblemática de la izquierda.

Claudia Sheinbaum por soberbia levantó un muro que debe caer y podría empezar por releer uno de sus discursos de los informes pasados donde llama a "persuadir no doblegar", porque el mensaje de la ciudadanía fue claro y contundente: no a los malos gobiernos, no al autoritarismo, no a una regencia, no a una Jefa de Gobierno que no ve y no escucha.

La CDMX siempre solidaria salió a refrendar su convicción democrática por una ciudad de libertades donde todos somos iguales. 

Para desfortuna vemos a Sheinbaum llamando corruptos a los nuevas autoridades electas y reforzando el mensaje de polarización. Sheinbaum en lugar de pelearse con fantasmas después de generar el Caludiazo como el Mancerazo de 2015, debe gobernar para todos, relanzar gabinete y sobre todo atender el diagnóstico de López Obrador que fue breve pero conciso: “hace falta estar más cerca de la ciudadana en la CDMX”.

NOCAUT. Los aliancistas del PAN, PRI, PRD deben de evitar contagiarse de la soberbia y creer que ganaron por su buen trabajo, que lo hubo en varias campañas, sino cumplir y reivindicarse con la ciudadanía que ya saben no es tonta. Perdieron más terreno por mezquindad y si no tienen rumbo claro la CDMX, caja de resonancia en México, los volverá a castigar. La senda para el 2024 pasa por el tránsito a un sistema parlamentario y los gobiernos de coalición. ¡Abrazos, no periodicazos! 

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