Daños en los partidos históricos

Ciudad de México.- Grave, es el estado que guardan los partidos tradicionales que participaron en el cambio democrático gradual del pasado siglo en México. Nadie vaticinaba una derrota como la que han experimentado partidos como el PAN, el PRD y por supuesto el PRI.  

Desde que comenzó la revuelta por el ensanchamiento de las garantías para consolidar la democracia, no se había planteado la posibilidad de que los partidos más representativos fueran realmente a desaparecer. Ni siquiera había sido la suerte del PRD, al que desde el 2003 tras los videoescándalos de Bejarano, Ponce e Ímaz, se le describía como una institución en decadencia, no pereció.

Sin embargo, este 2018, buena parte de la sociedad se regocija por haber dado una “lección” a esos “partidos de siempre,” premiando con un voluminoso poder a la opción que se posicionó como “el cambio.” Los partidos históricos han quedado realmente heridos. Esto, no quiere decir que vayan a desaparecer.

En el caso del PRD, el partido al que más se le señala como si fuera un “cascarón” y que ha reducido su espectro a competir con los pequeños para sobrevivir; realmente goza de una oportunidad histórica paradójicamente: Desde el 2013 constaté durante la elaboración del libro “PRD: ¿Ocaso o consolidación?” que había una mayoría de integrantes que clamaban la necesidad por definir finalmente su ideología hacia la socialdemocracia.

Esto puede parecer banal; sin embargo, para los integrantes éste había sido un debate desgastante. Buena parte del anterior PRD, ese que competía con poder en la capital, estaba convencida de que se requería ser una izquierda radical. Esa izquierda se mudó en su totalidad a Morena. Tienen la oportunidad de replantear el partido de manera seria y no con actos masivos, sino en definiciones que le den solidez e identidad propia, ante el papel que ahora jugará Morena como gobierno de masas. El PRD está acostumbrado a ser oposición, así que sería arriesgado darlo muerto.

El PAN, un partido que ha sufrido su peor derrota presidencial desde el 2000, tiene un problema, no en el terreno de su presencia nacional, al fin de cuentas terminó como inició la campaña, en segundo lugar. Contrario a lo que se piensa, consolida con un “voto duro,” bastante fiel, que es capaz de defender con cierta fuerza las plazas donde ha sido popular históricamente. Gran parte del voto no comprometido del PAN se fue a apoyar a Morena o al PRI, pero su voto nuclear es consistente. El problema que tiene ese partido es interno totalmente, requiere nuevos objetivos y un liderazgo unificador.

Por su parte, el PRI, tiene un problema mayor y distinto. Se puede pensar que en esta ocasión todo se debe al pobre desempeño de Peña. No es cierto, el problema del PRI, es grave porque buena parte de los votantes que eran fieles al tricolor, se han mudado a Morena. Un factor casi imperceptible es la ideología: Muestra un daño serio en su organización, pues los valores que encabeza Morena son bastante similares a las del Revolucionario Institucional. La mejor muestra es el Estado de México, donde Morena ganó 42 de 45 municipios, aniquiló a sus dos medios hermanos ideológicos, al PRI y al PRD.  Si el PRI ha perdido Atlacomulco, hay que decirle: cuidado.

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