Cuando se es legislador

Ciudad de México.- Cuando se es legislador, se abre una disyuntiva sobre como se debe actuar y no me refiero a la transparencia sino a la honestidad, no la que tiene que ver con los dineros sino con las acciones y el quehacer legislativo.

Todos los diputados del Congreso de la Ciudad de México pertenecemos a una asociación o fracción parlamentaria que esta referida directamente al origen partidario, unos son de Morena, otros del PAN, etc. Sin embargo la mayoría de los diputados tienen un referente distrital, fueron electos por votación directa de los ciudadanos de su distrito y algunos plurinominales de lo que se conoce como lista b, que si bien no ganaron la elección,obtuvieron votaciones considerables que ameritaron su inclusión como diputados.

¿Qué hacer cuando un planteamiento partidista afecta directamente a la población del distrito al que se pertenece? ¿Se puede proponer una iniciativa que beneficia al distrito, pero que el partido en el que uno milita o forma parte de su grupo no está de acuerdo?

Me parece que la respuesta a estas dos preguntas, a la luz del sentido común, es sencilla: pues lo sensato sería defender a los habitantes que apoyaron a la persona que se volvió su representante ante el Congreso, sin embargo en la práctica sucede lo contrario. Lo que el partido ordena se sostiene y es así porque la persona que desafía a su partido normalmente es castigada, ya sea con los recursos propios que se asignan a los grupos parlamentarios o dentro de su vida partidista, o con la imposibilidad de aspirar a algún cargo futuro de elección popular o en la administración pública de algún lugar donde gobierne dicho instituto político. El diputado se enfrenta a la disyuntiva de defender a sus votantes o preservar su carrera política.

Estados Unidos por ejemplo, tiene un sistema que no cuenta con representantes plurinominales sino de mayoría absoluta y que pueden reelegirse más de una vez, donde dependiendo los temas a tratar se pueden dar votaciones donde republicanos apoyan iniciativas demócratas o viceversa, la explicación a este fenómeno es simple, de no hacerlo perderían el respaldo de sus respectivos distritos donde aunque las simpatías puedan ser por un partido, en temas específicos, a los habitantes de ese distrito les conviene más apoyar una iniciativa de una fuerza política distinta que respaldar al partido que favorecen. 

¿Se podría en el caso de nuestra Ciudad, combinar ser parte de un partido pero en casos específicos apoyar iniciativas contrarias a éste, pero favorables a las personas que llevaron a ese diputado a su curul?

Creo que sí, y sin duda no sin consecuencias, pero al final ¿si ese partido político quiere volver a ganar ese distrito, no debería velar por los intereses y necesidades de sus habitantes?

En lo personal considero que un diputado se debe antes que nada a su gente y en la medida de lo posible a su partido, no al revés y actuar con temor o por simple conveniencia podría parecer rentable al corto plazo, pero estoy seguro que a la larga no resultaría bien, porque por una simple razón, hacer lo correcto siempre lleva a un buen resultado. Yo estoy dispuesto a jugar ese papel, de velar primero por mi gente, la de Miguel Hidalgo, y luego por la coalición de la que formo parte como proyecto de gobierno.

Veamos con el tiempo cual es el resultado de este ejercicio personal ¿será un esfuerzo fútil de intentar lo imposible? ¿habrá castigo por no obedecer la línea ciegamente? O quizás, tal vez quizás, hacer lo correcto me conceda la razón. 

En poco menos de tres años, podré compartirles mi experiencia y espero que eso le genere a la gente que decidió respaldarme y darme su confianza mejores condiciones de vida y desarrollo, que al final creo que para eso votaron por mi y por la coalición de la que formo parte.

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