Cuando las víctimas ya no importan

Ciudad de México.- Es un gobierno extraño, a tal grado que para intentar entenderlo hay que tener presente lo que ofrecieron en la campaña y saber que actuarán al revés de lo prometido.

La militarización de la lucha contra el crimen no sólo no se suspendió, sino que ahora las fuerzas armadas tienen encomendadas más tareas, entre ellas la construcción de aeropuertos, la custodia de las aduanas, y los trabajos en tramos del Tren Maya.

Pero quizá donde se encuentra una de las líneas más preocupantes es en el trato de que le dan a las víctimas de los delitos.

Prueba de ello es la desaparición de los fideicomisos con los que se garantizaba la búsqueda de personas desaparecidas, la atención a quienes sufrieron en carne propia el poder criminal, y diversos aspectos con los que se trató, en el pasado, establecer un sistema integral para reparar el daño, garantizar la justicia y evitar la repetición.

El caso de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas es un ejemplo. Le recortaron los recursos y es muy difícil que pueda operar así. Pero el colofón es la desaparición del fondo de Ayuda, Asistencia y Reparación Integral.

El Mecanismo de Protección a Defensores de Derechos Humanos y Periodistas es otro caso igual de lamentable, ya que nadie sabe de dónde saldrán los recursos para atender a quienes han sido amenazados, desplazados y se encuentran en riesgo. Desde 2014 se han atendido a mil 262 personas.

En el gobierno dicen que nadie se quedará sin respaldo y ya sabemos lo que eso significa: se quedarán al garete.

¿Por qué? En primer lugar porque no son un tema prioritario y en segundo porque la burocracia de la 4T ha resultado muy ineficiente administrativa y operacionalmente.

En el fondo, no les significan mucho, porque ahora todo se mide en clientelas y es mejor invertir en un puñado de votos que en garantizar la integridad de quienes peligra su integridad.

Para ser claros, ni defensores de derechos y mucho menos los periodistas, están en el ánimo de Palacio Nacional y, por ello, de los diputados y senadores que los dejaron a su suerte.

Es triste, porque buena parte de la campaña la estructuraron, quienes ahora gobiernan, en señalar que terminarían con injusticias y que se retornaría a la tranquilidad. 

A estas alturas se sabe que no hay que esperar grandes resultados, pero sí es importante señalar que no es un camino correcto el de desmontar mecanismos, al dejarlos sin dinero, que servían, aunque necesitaran perfeccionarse.

Ser periodista, en algunas regiones del país, es un riesgo que llega a pagarse con la vida, y los defensores de derechos humanos no están en una situación mejor, ya que suelen enfrentarse a toda clase de poderes fácticos y criminales.

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