Charlie Hebdo: el luto de la justicia

Ciudad de México.- Los ciclos de la justicia son extraños, porque no siempre caminan de la mano de las emociones.

El año próximo se cumplirán seis años de los atentados terroristas al semanario Charlie Hebdo y en el supermercado Hyper Cacher en París.

Este miércoles, después de un juicio de tres meses y 54 audiencias, 14 implicados en esos hechos terroristas fueron sentenciados a penas que van de los 30 a los cinco años de prisión, aunque uno de los acusados, quien fue juzgado en ausencia y que probablemente murió en Siria, recibió un castigo de reclusión a perpetuidad.

Las sentencias son un alivio, porque el ciclo de la justicia se cumplió, y se castiga a los responsables de 16 muertes, aunque deja siempre el mal sabor de boca de las historias no resultas del todo, de los fantasmas que seguirán deambulando por la memoria de uno los ataques terroristas más impactantes en décadas.

Esto suele ser así, porque las atrocidades cometidas no pueden ser paliadas por la imposición de las penas, aunque esto sea indispensable para la reparación y la protección de las víctimas.

El editorial del semanario Charlie Hebdo, así lo plasma, al señalar que: “el ciclo de la violencia finalmente se habrá cerrado, al menos a nivel penal, porque, humanamente, las repercusiones nunca se borrarán".

El abogado de las víctimas, Richard Malka, advirtió que no hay que perder de vista la nebulosa de complicidades y apoyos que hizo posible que esos hechos ocurrieran. Por ello, “no se puede ayudar al terrorismo, ni mucho ni poco” y quien lo haga merece castigo.

En efecto, una de las lecciones que dejaron los atentados de enero de 2015 es la de no olvidar que el mantenimiento de las libertades, la tolerancia y la democracia es un trabajo de todos los días, porque múltiples peligros son lo que acechan.

En el veredicto se muestra la extensión del problema cuando se señala que los participantes y colaboradores lo hicieron en la lógica de grupo, como una entidad favorable a la yihad armada.

Los hechos demuestran, además, que las víctimas fueron elegidas por su calidad, es decir, por pertenecer a una determinada religión o por dedicarse al periodismo, al diseño y al dibujo e inclusive por formar parte de las fuerzas del orden.

Todo ello con el propósito de infundir terror en las sociedades occidentales.

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