¿Adiós a la participación ciudadana?

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Luis Eduardo Velázquez Director del diario y semanario digital Capital CDMX

Ciudad de México.- Morena en la cuarta transformación de la Ciudad de México ha puesto la mira en la participación ciudadana que con muchos obstáculos se ha fortalecido en la Capital CDMX desde hace dos décadas.        

Desde 1983 se reformó el artículo 115 constitucional para dotar a los municipios o delegaciones de facultades de organización interna. Ello derivó que en 1998 se creará la primera Ley de Participación Ciudadana capitalina y se formarán los “comités vecinales”, los cuales nunca fueron incentivados por el Gobierno del entonces Distrito Federal, gobernado por Andrés Manuel López Obrador.

En 2004, se hizo una nueva reforma a la ley para convertirlos en “consejos de participación ciudadana” y se subdividió al DF en 1,352 demarcaciones. Eso convirtió a la ley en letra muerta. No había labor vecinal sino operación política y clientelar.

En 2010, se reformó la Ley de Participación Ciudadana actual, impulsada por el Partido del Trabajo en la Asamblea Legislativa del DF, coordinado por Adolfo Orive, con una visión de lo que implica el poder popular que tiene su origen en la Línea de Masas que él construyó en los 70.

La ley contempló la creación del Presupuesto Participativo que representa el 3 por ciento del recurso de cada alcaldía para invertirlo en mejoras propuestas por los vecinos.

Sin embargo, tuvo un rediseño impuesto por el entonces jefe de Gobierno de la CdMx, Marcelo Ebrard, y desaparecieron las demarcaciones para dividir la CdMx en 1,753 colonias y 40 Pueblos Originarios, y se realizaron las primeras elecciones de “comités ciudadanos” que definieron el rumbo del presupuesto participativo.

Los primeros tres años fueron un desastre por las resistencias de los delgados a entregar el presupuesto a los ciudadanos y que se convirtieron en amañados proyectos de obra pública por eso hay colonias donde les cambian banquetas cada año, pero no hay luminarias.

En 2013 al llevarse la primera elección de los comités ciudadanos se fortaleció la participación ciudadana y parecía ir en el rumbo correcto, pero los partidos políticos metieron su mano para pervertir esas figuras y crear cotos de poder. El PRD se encargó, a través de sus delegados, de adueñarse de los comités y la práctica fue copiada por los delegados del PAN y del PRI.

Pese a las perversiones de la ley por parte del poder político en la CdMx se han gestado movimientos vecinales auténticos y se han empoderado con la labor del Instituto Electoral de la CdMx que siempre ha ido a la vanguardia en el país.

No obstante, hoy se vive una tensión entre el Instituto y el Congreso de la CdMx porque existe la tentación de deshacer los comités ciudadanos, en un año donde deben de renovarse por ley. 

En Morena hay dos visiones para avanzar en el tema. El vicecoordinador de Morena José Luis Rodríguez planteará una iniciativa de ley que pretende eliminar la elección de los comités ciudadanos y transitar a una nueva forma de organización que podrían ser asambleas colectivas donde se decida el presupuesto participativo a mano alzada.

Esa visión no es mal vista por la jefa de Gobierno de la CdMx, Claudia Sheinbaum, quien como delegada en Tlalpan vivió la perversión de los comités ciudadanos “partidizados”.

Ahí viene la polémica. Se debe tener mucho cuidado en fortalecer la participación ciudadana como parte de la democracia participativa de la CdMx y no cometer el error de desintegrar los avances que sin duda van a conllevar a debilitar al Instituto Electoral capitalino al quitarles la elección y revisión de los proyectos de las consultas de presupuesto participativo.

Morena tiene la oportunidad de acabar con la corrupción que impera en los comités ciudadanos para generar una verdadera participación ciudadana, organizada, coordinada con las alcaldías y gobierno para generar ciudadanía, y hacer realidad el ideal de “gobernar obedeciendo”.

De lo contrario se debilitará un órgano autónomo y habrá un retroceso en democracia participativa con el riesgo de crear nuevas clientelas vecinales con modelos como el mejoramiento barrial sin que ello se traduzca en empoderamiento ciudadano y mejora de las colonias. 

NOCAUT. El Congreso de la CDMX no sólo da muestra de su opacidad al ignorar el 3 de 3, sino de su “omisión legislativa” al incurrir en desacato de los plazos establecidos por la Constitución para crear las nuevas instituciones como la Fiscalía General de Justicia y la Sala Constitucional. ¡Abrazos, no periodicazos!

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