El poder militar

El tráiler

¿Cuál es el poder que tienen las fuerzas armadas?

Si tomamos los presupuestos que habrán recibido entre 2019 y 2024, su fuerza ha crecido en 111%.

Pero las apariencias engañan, ya que buena parte de ese dinero lo dedican a la administración de empresas estatales y han contado con poco para adquirir el equipamiento y la tecnología militar requeridas para cumplir con su principal misión: salvaguardar la seguridad del Estado y de la sociedad.

El Presupuesto de Egresos de la Federación asignó para el próximo año a la Sedena 235 mil millones de pesos (mmdp).

Sin embargo, el 49% lo dedicará a las múltiples tareas que se le han ido acumulando.

Algo similar ocurre con la Marina, que dedicará el 40% de su presupuesto para el 2024 a actividades que tienen poco que ver con su misión.

Muestro las consecuencias de la carestía con dos ejemplos. Hace tres décadas, diversas dependencias de seguridad adquirieron 73 helicópteros rusos de la serie MI.

La mayor parte de ellos fueron asignados al ejército, pero los que le quedan ya rebasaron su vida útil y no hay recursos para renovarlos.

Entre los proyectos más ambiciosos de la Marina destacan las Patrullas Oceánicas de Largo Alcance (POLA), unas fragatas adecuadas para la vigilancia de los mares (llevan a bordo las lanchas rápidas y los helicópteros que les permiten localizar embarcaciones con droga o migrantes).

Se programó la construcción de ocho fragatas POLA, pero la Marina solo pudo construir una en astilleros militares; durante este sexenio se paralizó la construcción de otras siete porque no hay presupuesto para terminarlas.

Las tareas asignadas a las fuerzas armadas han estirado al máximo sus capacidades administrativas, ya que para obedecer las órdenes del comandante en jefe tienen que incursionar en terrenos desconocidos.

Según fuentes bien informadas, la Marina está enfrentando mejor los retos porque tomó la sensata decisión de separar lo militar de lo empresarial y de contratar, para lo segundo, a civiles especializados.

El ejército lo ha resuelto sacando del retiro a exmilitares, esto ha creado una disparidad en los ingresos que ha derivado en tensiones entre ellos.

A mayor visibilidad, mayor escrutinio de periodistas mexicanos y extranjeros, académicos y analistas de organizaciones de la sociedad civil.

En las múltiples publicaciones sobre la situación militar, han surgido duros cuestionamientos a los gastos suntuarios de los altos mandos, a posibles casos de tráfico de influencias y a los abusos de poder como el espionaje ilegal de civiles y funcionarios gubernamentales.

La lupa social se ha centrado poco en las limitaciones y los aprietos descritos en párrafos anteriores.

No ayuda la actitud del presidente que se interpone entre civiles y militares. Varias veces, durante las mañaneras, ha impedido que los titulares de la Sedena, la Semar y la Guardia Nacional respondan a las preguntas de periodistas.

Los diputados y senadores de Morena y otros partidos han adoptado la misma actitud y han seguido dejando de cumplir con su obligación de supervisar y vigilar a las dependencias militares.

Una última dimensión en esta reflexión sobre el poder militar es la polarización en su interior.

Algunos de sus miembros se sienten satisfechos con el nuevo orden. Es el caso de los militares retirados que ahora reciben pensiones y altos salarios.

Otros están inconformes con el deterioro de su capacidad operativa causada por las distracciones que les imponen sus nuevas tareas, por los reportajes sobre presuntas corrupciones y, sobre todo, por el fortalecimiento del crimen organizado que ha tenido grandes avances durante este sexenio.

En síntesis, es verdad que las fuerzas armadas tienen más dinero y más poder político.

Pero es también innegable que sus nuevas funciones los apartan de su misión principal y les imponen costos inesperados.

Por ahora sigue siendo imposible ser precisos sobre la fuerza actual o futura de los militares y solo podemos especular sobre su papel futuro.

Lo único claro es la importancia de prestar más atención a lo que está pasando al interior de nuestras fuerzas armadas.

Las apariencias engañan.


Este texto se enriqueció con los estudios y comentarios de Raúl Benítez Manaut, Gabriel Farfán, Iñigo Guevara y México Evalúa.

Colaboró Jorge Araujo.

 

 

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