El partido de los burócratas. Morena es un partido político de última generación en México.
Por esa razón la expectativa que creó en la sociedad fue muy alta.
Millones de ciudadanos se afiliaron en 2014 de manera legítima, sin la búsqueda del poder por el poder.
Eso y el pragmatismo de Andrés Manuel López Obrador les permitió llegar al poder de manera de forma abrumadora en 2018.
Pero la alta expectativa cayó tan pronto como López Obrador asumió la Presidencia. Desde entonces, el partido es un apéndice del Poder Ejecutivo.
Cada día se alejan más de los movimientos sociales y las causas que nacen de los yerros del poder político como la estrategia de seguridad o el manejo de la crisis económica.
La muestra está en la Ciudad de México (CDMX) que es la caja de resonancia del país.
Morena renovó su dirigencia sin legitimidad porque la tarea de reformar el partido ha sido orientada por la Jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum.
El partido de los burócratas
Sheinbaum desde 2021 asumió el timonel del partido con su amigo y ex director de la Central de Abastos de la CDMX, Héctor Ulises García Nieto.
Su fracaso en el proceso electoral de 2021 fue estrepitoso porque no hizo política al subordinarse a la instrucción de Sheinbaum. Ella decidido las candidaturas.
Perdieron nueve de las 16 alcaldías de la CDMX, un tercio del Congreso capitalino y la mitad de los distritos federales de la ciudad.
Sheinbaum remplazó a García Nieto con otro de sus empleados, Tomás Pliego, quien conoce bien el movimiento y las bases de Morena.
Sin embargo, se cerró a los dictados de Sheinbaum y así condujo la renovación del partido en la CDMX.
Pliego, siempre crítico de la corrupción, cerró los ojos el 30 de julio en la elección interna donde los siete alcaldes de Morena compraron el voto a diestra y siniestra.
El ex líder de Morena también guardó silencio sobre el conteo de votos donde detectaron urnas embarazadas, y diversos fraudes.
La maquinaria electoral
La militancia de base se vio avasallada por la maquinaria de los alcaldes de la CDMX que tuvieron la instrucción de Sheinbaum de hacer planillas de unidad.
Los alcaldes acataron muy bien la instrucción y para preservar la unidad metieron a sus empleados.
Por ende el consejo estatal de Morena que eligió a la nueva dirigencia tiene una mayoría de servidores públicos y escasean los ciudadanos que hace casi ocho años crearon el partido.
La dirigencia de Morena CDMX se repartió entre los funcionarios del gabinete de Sheinbaum y seis de los siete alcaldes del partido.
El grupo de Ricardo Monreal en la ciudad, que lidera Néstor Núñez señaló la ilegitimidad y no participó en el consejo estatal.
Así, Sheinbaum volvió a imponer a uno de sus empleados como dirigente para enfrentar la elección de 2024.
Su ex vocero Sebastián Ramírez es un nuevo rostro en la política capitalina que en su primera elección fue arrollado por el PAN.
Tiene ahora la oportunidad de liderar y construir un partido que se reivindique con la base del partido.
No obstante, la primera tarea que ha asumido es seguir la instrucción de Sheinbaum de crear comités colonia por colonia.
Una estrategia burocratizada que no considera las causas y necesidades reales de la CDMX.
Y lo hará sin la unidad que requiere el proceso electoral de 2024, porque se sigue en el error de ser la maquinaria electoral que confía en que con billetazos y regalo de programas sociales se puede retener el poder.
No sirvió la lección de 2021 y la leyeron, como dijera Fidel Herrera, “desde la plenitud del pinche poder” y han confirmado el partido de los burócratas.
En el pecado se lleva la penitencia. “Que Marx los bendiga”, diría otro de los morenistas que fue excluido en 2021 y vio cómo se sufrió la derrota en el Antiguo Palacio.
NOCAUT.
Ricardo Monreal se salió con la suya en el Senado con la designación de Alejandro Armenta como presidencia de la Mesa Directiva.
Ayer lo amagaron y desairaron los secretarios de estado Adán Augusto López, Rosa Icela Rodríguez y el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado.
Una muestra más de que sin unidad, Morena no se sostiene y hunde al país en el momento de los mayores retos.
¡Abrazos, no periodicazos!
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