Más de dos años tardó la justicia para Jaqueline, madre de Jael Montserrat, una joven desaparecida en la CDMX

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Alberto Cuenca Reportero en Capital CDMX

El 24 de julio de 2020 en calles de la alcaldía Iztapalapa desapareció Jael Montserrat Uribe Palmeros. 

Tenía 21 años cuando se le vio por última vez en el cruce del Eje 5 Sur y Calzada la Viga de la colonia Apatlaco.

Desde entonces, como no podía ser de otra manera y al igual que muchas madres de desaparecidos, Jaqueline Palmeros ha emprendido una campaña infatigable en busca de su hija.

Aún se desconoce el paradero de Jael Montserrat, pero en la vida de Jaqueline Palmeros recién asomó una esperanza para conocer el paradero de la joven.

DETENIDOS

Luego de dos y años y seis meses de la desaparición, el pasado 25 de enero la Policía de Investigación de la Fiscalía capitalina detuvo a dos presuntos sospechosos.

Se trata de Adriana “N” y Miguel “N”, imputados por el delito de desaparición agravada cometida por particulares.

Este 30 de enero se celebró la audiencia en la que se vinculó a proceso a ambos sospechosos.

Como medida cautelar, el juez de control les impuso prisión preventiva oficiosa y fijó un mes para realizar la investigación complementaria.

Jaqueline Palmeros confía en que la sanción para Adriana “N” y Miguel “N” sea ejemplar.

La mamá de Jael Montserrat dice que la pena de cárcel puede ir de los 15 hasta los  75 años.

JUSTICIA LENTA

Afuera de los juzgados de oralidad en donde se realizó la audiencia, Jaqueline realizó una manifestación en compañía de integrantes del colectivo Una Luz En El Camino.

Ahí, entre consignas, con cartulinas y fotos del Jael Montserrat exigieron eso: justicia.

“Dos años y medio para mi fue mucho. Creo que a pesar de que hay una respuesta y una esperanza, la Fiscalía se tardó mucho en buscar las pruebas, en realizar las diligencias y en la detención de los implicados”, cuenta Jaqueline.

Narra que para lograr la detención de Adriana “N” y Miguel “N intervino la Policía Cibernética y hubo oficiales en campo.

Al rastrear la actividad de los teléfonos celulares de los imputados fue posible ubicarlos en el mismo lugar y tiempo donde desapareció Jael Montserrat, es decir, Eje 5 y La Viga.

Aunque esa detención es un atisbo de claridad, en este caso aún falta lo más importante: hallar a la hija de Jaqueline.

“Esperemos que estas personas (los imputados) puedan decir si ellos fueron o son corresponsables.

“Que digan, qué pasó, a dónde la llevaron, a quién se la entregaron o qué fue lo que pasó ese día”, dice la mamá de Jael Montserrat

Madre de una familia rota por esa desaparición, Jaqueline también hace una petición a la sociedad.

“Si alguien sabe o vio algo que por favor lo informe a la Fiscalía”, agrega.

CON PRESIÓN 

Dice que el avance en las investigaciones también es resultado de la presión constante ejercida a través del colectivo Una Luz En El Camino, que ha realizado protestas y cerrado calles.

Eso les ha permitido tener reuniones directas con la Fiscal general Ernestina Godoy y que se lograra la creación de un equipo especial para atender a este colectivo.

Aún así, lamenta, dentro de la Fiscalía persiste la omisión y la negligencia.

Muestra de ello, agrega, es la desaparición de más de 6 mil personas tan solo en la CDMX.

De esos desaparecidos, dos mil son menores de edad.

A ello se suma el deficiente actuar de la Fiscalía especializada y de la Comisión de Búsqueda de la CDMX.

“Nosotros solicitamos búsquedas, pero no se hacen bien y es lo que solicitamos, que se hagan búsquedas bien, porque a veces nos mandan a la guerra sin fusil, sin protección y nos exponen a las familias”, lamenta.

Explica que al fenómeno de desapariciones en la CDMX hay que agregarle un factor que sirve a las autoridades para matizar y minimizar el problema.

Se trata de las ausencias voluntarias.

“Las que se resuelven son las ausencias voluntarias.

“Si mi hija se hubiera ido voluntariamente ya habría regresado, pero a mi hija la desaparecieron y entonces hay una diferencia muy grande entre una persona desaparece y una persona no localizada”, dice Jaqueline Palmeros.

La pregunta, concluye, es qué pasa con los desaparecidos de larga data.

La respuesta es obvia y contundente: siguen sin ser localizados. 

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