El coronavirus una pandemia y el nuevo acomodo político, social, jurídico y económico en el mundo

Ciudad de México.- Primero es indispensable tener claro que la existencia del virus es una realidad, es decir, sí hay una enfermedad de gran propagación y daño en la población mundial; tal vez no sea nueva del todo y lo que estamos presenciando es una mutación o variación de alguna otra como base; el caso es que no podemos desdeñar una situación que ha exhibido a México y al mundo entero de una manera muy trágica y desagradable, ya que ha puesto en evidencia el rezago económico en el que se encuentra el sistema de salud en el mundo.

Es aquí donde inicia nuestra trágica historia. El país ha sido gobernado por un régimen o sistema por más de 80 años, este ha apostado a ser un ejemplo económico subordinado al capital de las grandes empresas del mundo, es decir la verdadera macroeconomía; porque en el mundo pasa un fenómeno y es que quien manda es el dinero y no la ciencia o la razón, por consecuencia todo está a disposición del interés privado por encima del interés general, público y mayoritario.

En México se ha dado la famosa transición democrática, sin embargo no ha sido más que un tema emblemático que ayuda a escribir páginas huecas o vacías de sustancia colectiva y verdaderamente transformadora; ya que estos supuestos cambios de régimen en realidad han sido cambios de estafeta sin ninguna transformación de origen en la concepción de Estado en todos sus sentidos; al final el Estado opera de la misma forma o peor, y así este país sigue en su lógica subordinada al capitalismo norteamericano, dejando fuera el crecimiento o fortalecimiento de las cosas tangibles y humanitarias para el desarrollo del país como lo son: la educación, el empleo, la vivienda, el trabajo y por supuesto la salud!

Y así es como empezamos a describir esta desgracia mundial que no tiene otra raíz más que la de cambiar el modelo económico mundial para profundizar la diferencia de clases sociales y endurecer las instituciones y sus medidas, es decir, echar para atrás lo poco e insípido de la llamada democracia y la libertad humana. ¡A nadie se le puede olvidar para quienes trabajaron los gobiernos anteriores, a nadie! Esos han sido los verdaderos devastadores de las pocas posibilidades de fortalecer al país, su apuesta económica siempre estuvo bajo la tutela de los grandes consorcios privados y extranjeros, y justo por eso es que debemos de tener muy claro con quiénes queremos hacer equipo.

Hoy nuestro país enfrenta un reto verdadero que exhibe la pobreza o nula humanidad de los anteriores gobiernos, pero eso también hay que decirlo y saberlo decir, eso significa HACER.

Hoy en el mundo y en México la crisis de infraestructura sanitaria es una realidad, no solo no hay hospitales y camas o herramientas para enfrentar una pandemia como esta, sino además pareciera que tampoco hay médicos, enfermeros o enfermeras cuando es una de las principales carreras saturadas o por lo menos eso nos han dicho por años.

La agenda de derechos del país ha quedado soslayada por los intereses de los expresidentes, cuando sus apuestas estaban echadas en grandes proyectos de obra e infraestructura que produjeran dinero y más dinero, haciendo a un lado el desarrollo de la sociedad. Les era prioritario financiar guerras absurdas, o mejor dicho masacres y pérdida de generaciones completas; aspiraciones y sueños hechos pedazos al radicar el miedo y la zozobra en la sociedad. Y es que este país, como verán, enfrenta graves y grandes retos y rezagos, muchos más que una pandemia, que existe y no nos cansaremos de decirlo, hay que cuidarse aunque eso jamás podrá tapar la grave crisis sanitaria en la que estamos hundidos.

Y es ahí donde creo que debería empezar a marcarse la diferencia de un gobierno democrático y popular a los anteriores. Su equipo es fundamental para cambiar la visión que se venía generando, y por supuesto su transparencia; claro que hay que acabar con la corrupción pero esa no es sólo práctica de un sector social, es parte de un sistema que habrá que cambiar o transformar pero con tiento y decisión.

Hoy como mexicanos enfrentamos dos grandes ataques, uno es sanitario y otra es la situación económica que es ya de por si precaria. Hay un sector de la gente que tiene miedo, claro que sí, pero eso no los inmoviliza; no pequemos de ingenuos lo que paraliza sociedades y naciones son los gobiernos y sus decisiones. En ese momento histórico estamos parados porque además, hoy más que nunca se pone en primera plana quién es quién a nivel mundial en materia económica y política, y nosotros no somos los que estamos en primera fila por más que queramos echar “aplausos de foca”; nuestra realidad es otra, pero incluso por eso mismo deberíamos aprovechar para hacer un alto en el camino y dar un viraje de timón que de verdad nos ayude a desarrollarnos como sociedad humana, política y económica.

Hoy se nos ponen de frente estos dos grandes problemas, sin embargo nuestro día a día como sociedad no ha sido por mucho el mejor o el más digno; nos acecha el fantasma de nuestra costumbre, o mejor dicho mala costumbre, que se tiñe de sangre y violencia cada instante, donde lo más negro de una sociedad resalta ante no sólo la falta de oportunidades sistemáticas, si no hoy se suma la disposición oficial de la reclusión en casa sin poder acceder ya a nada y a eso si hay que temerle por que justamente eso si acaba con naciones completas.

Este gobierno hoy tiene en sus manos la gran oportunidad de demostrar que las verdaderas transformaciones y avances se logran con una nación unida, con una sociedad activa; pero tiene que entenderlo y llevarlo a cabo y también para eso debe de saber con quién caminar, “o todos coludos o todos rabones”, porque de otra manera estaremos en las mismas circunstancias que los gobiernos anteriores. 

Esta sociedad ocupa un gobierno cercano, aliado y no un gobierno paternalista y clientelar, o peor aún electorero. Debemos vencer a la pandemia, pero más aún debemos situarnos en la nueva realidad económica del planeta, y no llegar a ser una colonia más o una estrella más de la jodida bandera de los americanos, sería nuestro fatal destino.

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