Un respiro en la Sala Superior. El magistrado Reyes Rodríguez Mondragón será el presidente del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) hasta octubre de 2024.
Lo eligieron sus colegas por unanimidad.
Esto es una buena nueva, porque contará con la legitimidad y el margen de maniobra que ayuden a resolver los problemas que aquejan a la Sala Superior.
El acuerdo al que llegaron es ya una señal de que entienden los riesgos en que se debate la existencia misma del Tribunal o cuando menos su diseño actual.
Los magistrados tienen que refrendar la importancia de lo que hacen, explicar a la ciudadanía la relevancia de pacificar la lucha por el poder político y en democracia.
Será un trabajo arduo, porque las diferencias entre los integrantes del pleno son profundas, se han agraviado entre ellos y el juego sucio imperó en diversas coyunturas.
La vida interna del Tribunal se tornó muy difícil y por fortuna ello no se tradujo en reducir la calidad del trabajo sustantivo.
Pero sí estuvo en riesgo de generar dinámicas que luego serían muy difíciles de revertir.
Acaso por ello, el magistrado Reyes Rodríguez propuso la integración de una comisión que revise los proceso de toma de decisiones, que advierta de los riesgos y que proponga soluciones para hacer de la colegialidad una fortaleza y no un constante dolor de cabeza.
Un respiro en la Sala Superior
El TEPJF ha enfrentado presiones externas como pocas veces en su historia.
Es más, muchos de los desaguisados en que se vieron envueltos tuvo que ver, justamente, con los intentos, algunas veces descarados de los actores políticos por influir de modo incorrecto en el sentido de las sentencias.
La situación que impera en la Sala Superior y que es extensiva a las áreas administrativas no se arreglará por arte de magia, pero si al menos se logra sanear el ambiente de descomposición, será un aliciente para quienes laboran en el Tribunal y que son, en muchos casos, algunos de los servidores públicos mejor preparados y con carreras más sólidas.
Por lo pronto, celebremos lo ocurrido y esperemos que sea una señal de que hay que es posible la convivencia plural sin desatar conflictos que nieguen la posibilidad de ponerse de acuerdo y, de modo particular, de respetar a los otros.