Los partidos políticos están en crisis por decisiones cupulares, son instituciones públicas al servicio de grupos.
Se alejaron de militantes y simpatizantes que son quienes les permiten gozar de recursos millonarios, los cuales son repartidos a discreción de las dirigencias.
Por eso cargan con alto desprestigio y son despreciados por la mayoría de los mexicanos.
Esa fragilidad que hoy tienen, debido a decisiones equivocadas en aras de intereses que no son el bien común, pone en riesgo la democracia mexicana.
¿Qué pasa en los partidos? Vamos con los grandes:
En Morena López Obrador manda y decide. Sus diputados y senadores actúan como súbditos y no le “mueven ni una coma” a sus iniciativas.
Con la nueva conformación de la Cámara de Diputados dejará de tener, junto con sus aliados, los votos para reformar la Constitución.
¿Qué hará el Presidente, interesado en reformas fundamentales para su gobierno, la eléctrica, la electoral y la incorporación de la Guardia Nacional a la Sedena?
¿Negociará con la oposición? Difícil.
Instituciones públicas al servicio de grupos
Aquí podría hacer su aparición el PRI, cada vez más descafeinado. El 6 de junio perdió ocho gubernaturas.
En 2022 es muy probable que entreguen Hidalgo y Oaxaca. Gobernarían solo el Estado de México y Coahuila. Un desastre.
Está presidido por un personaje señalado por actos de corrupción. Alejandro Moreno es el dirigente y será diputado. Tendrá fuero para enfrentar eventuales acusaciones.
El PRI, más pronto que tarde, correrá la misma suerte que el PRD, partido en vías de extinción.
En el PAN la cosa no es mejor. Miembros prominentes de ese partido fueron señalados por agarrar dinero para aprobar la reforma energética de Peña Nieto.
Ahí existe un grupo encabezado por Marko Cortés que toma decisiones conforme a sus propios intereses y marginan a cuadros destacados.
Los partidos políticos en México están en riesgo de desaparecer si sus dirigentes siguen pensando sólo enfavorecerse política y económicamente.
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