Los dilemas del Ómicron. Las tensiones entre la salud y la economía siguen presentes.
En Sud África, en las áreas de gobierno y en las científicas están decepcionados por la actitud de prohibir los viajes y de aislar al continente, ya que lo ven como una ausencia de solidaridad a nivel internacional.
Los comerciantes perciben como una catástrofe lo que está por ocurrirles en los próximos meses, después de dos años que han sido extenuantes.
En algo tienen razón los surafricanos, ya que la variante del Ómicron se detectó porque sus laboratorios tienen capacidad para ello, porque han invertido mucho en los equipos para investigar las secuencias del Covid-19.
Además, tuvieron la decencia de informarlo de inmediato, para se pudieran tomar las providencias en la OMS.
Un contraste más que evidente con China.
El virólogo Tulio de Oliveira llamó a no castigar a su país por estar haciendo bien su trabajo.
En la OMS están preocupados porque el Ómicron podría afectar características del virus del Covid-19, como pueden ser la facilidad de la transmisión y propagación de la enfermedad o la gravedad de los síntomas que causa.
La OMS también advierte que aún es temprano para tener certeza sobre la transmisibilidad y la gravedad.
También se está estudiando el efecto que pueden tener las vacunas, que ya se están aplicando, como medida de prevención y contención.
Los dilemas del Ómicron
¿Qué hacer? Hay quienes sostienen que cancelar todo tipo de intercambio con los países afectados, en una réplica a lo que se tuvo que implementar en 2020.
Quizá la respuesta radique en establecer medidas de prevención, donde se trate de mantener la continuidad de los negocios en la medida de los posible y estableciendo con claridad cuáles son las fronteras que no se puede pasar.
Los ingresos hospitalarios han funcionado como medida para tomar decisiones, porque son la muestra más acertada con la que se puede contar, aunque todos aceptan que los contagios son mayores a los que detectan los sistemas de salud.
Los dilemas
Lo que es irresponsable es no hacer nada, es decir, esperar a que se tenga certeza absoluta de la gravedad que puede implicar el Ómicron para actuar.
Es algo así como tratar de cerciorarse de la velocidad de un vehículo permaneciendo observado en medio de la carretera.
Un ejemplo burdo, pero elocuente de lo que puede significar no actuar con oportunidad en este momento.
La histeria no ayuda mucho, es cierto, pero la desidia es la peor compañía ante un virus muy letal que seguimos conociendo, que tiene diversas variables y que, por lo pronto, ya tuvo la capacidad de cambiar la historia, de establecer dinámicas que hace unos años pensaríamos imposibles y de hacernos recordar que la vida es un regalo que debemos cuidar entre todos. Son los dilemas de Ómicron.
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