La consulta ilegítima de AMLO

La consulta ilegítima de AMLO. El 10 de abril de 2022 se realizará la primera consulta de revocación de mandato en la historia de México.

La consulta organizada por el Instituto Nacional Electoral (INE) preguntará a la ciudadanía sobre la conclusión anticipada del mandato del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

Desde el gobierno federal y el partido Morena, la realización de la consulta se ha vendido como el más sincero acto democrático.

En política se entiende que sólo un verdadero demócrata estaría dispuesto a someter su continuidad en el cargo a la aprobación ciudadana.

Sin embargo, como reza el dicho popular “el diablo está en los detalles”.

En el caso de la consulta, el asunto no pinta diferente.

​Por su naturaleza jurídica, la revocación de mandato es un ejercicio extraordinario que debe ser exigido por la ciudadanía cuando existan condiciones graves que justifiquen la destitución del jefe de Estado.

Es decir, al ser un ejercicio cuyo resultado podría suponer la destitución del titular de la más alta magistratura del país, la invocación de una consulta de tal envergadura debiera presentarse como una herramienta ciudadana sólo en una situación crítica.

La consulta ilegítima de AMLO

De lo contrario, una supuesta destitución del presidente de la República generaría una crisis política de gran magnitud por completo innecesaria.

Con esto presente, podríamos decir que la legitimidad de una consulta de revocación descansa en la exigencia ciudadana.

Imaginémoslo por un momento, supongamos una supuesta destitución sin que el pueblo la haya exigido.

En el primer escenario se pondría término a un gobierno legítimamente constituido, que fue electo para un mandato de seis años y por el que sí votó la ciudadanía.

En el segundo, remover al presidente en funciones obligaría a nombrar uno provisional, que tapara el hoyo recién destapado, pero con la dificultad de que a él nadie lo votó.

Entonces, ¿Cuál es el problema con la consulta del próximo 10 de abril? Sencillo, ningún ciudadano inconforme con López Obrador la pidió.

Tampoco ninguna base social representativa exige la renuncia de López Obrador.

Sus detractores se cuentan apenas por miles o, sí es que son más, estos no se han movilizado con fuerza.

Todo esto el presidente lo sabe y busca sacarle provecho.

Por ello, fue él mismo quien impulsó y promovió la revocación, tomándola como una “cruzada democrática”contra el INE.

Y contra todos aquellos que se atrevieran a señalarle lo innecesario de su realización.

¿Acto de soberbia?

Sus detractores denuncian la consulta como un acto de soberbia, ego o vanidad, pero eso es sólo mirar por la superficie.

​Es bien sabido que a este gobierno le gusta utilizar las consultas populares para legitimar la voluntad presidencial.

Así lo hizo con la consulta del Tren Maya, la consulta para rechazar la construcción del aeropuerto de Texcoco o la realizada para decidir si se enjuiciaba a los expresidentes.

Aunque las dos primeras fueron organizadas sin los requisitos establecidos por la ley y, la última, tuviera una muy baja participación ciudadana (apenas un 8% del padrón electoral de acuerdo con el INE), eso no impidió que desde la presidencia de la República las consultas se celebrarán como un éxito democrático.

El objetivo no es consultarle a la ciudadanía, sino jactarse de hacerlo.

​Visto de esta manera, el presidente engalana a su gobierno con un aura democrática que explota en su narrativa política.

Sin embargo, lo que en realidad está haciendo es degenerar a la democracia, alejándola del ideal toquevilliano que la concibe como origen y base legítima de la autoridad.

La utiliza, en cambio, con fines políticos y propagandísticos.

El populismo 

Una práctica propia de las democracias populistas que, como describió el sociólogo americano Edward Shils, proclaman que “la voluntad del pueblo en sí misma tiene una supremacía sobre cualquier otra norma, provengan éstas de las instituciones tradicionales o de la voluntad de otros estratos sociales”.

​Es por ello que el presidente necesita de la consulta de revocación.

Porque con ella da legitimidad a las últimas grandes reformas de su gobierno.

Y así, con la ratificación en el cargo como póker de ases, puede continuar vulnerando las leyes, golpeando a los organismos autónomos e instituciones incómodas o cualquier otro contrapeso a su poder en nombre de la voluntad del pueblo bueno.

Por eso, la consulta ilegítima de AMLO representa el deterioro de la democracia representativa por el populismo.

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