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miércoles, marzo 19, 2025

Ajusco, el Bosque de Agua convertido en fosa clandestina | TERCERA PARTE


Aquí en la montaña del Ajusco la basura y el escombro son ese indicio infame que guía a quienes buscan los restos de sus familiares desaparecidos. Donde hay desechos podría haber cuerpos y las mamás han aprendido de esa manera descarnada que existe tal posibilidad.

Por ello las palabras de Jaqueline Palmeros adquieren en este lugar un escalofriante sentido: “Es terrible pensar que nuestros hijos están entre la basura. Nadie debe buscar a una hija, a un hijo así”.

Jaqueline, madre buscadora de su hija Jael Montserrat e integrante del colectivo Una Luz En el Camino, suelta la frase a manera de petición para una brigada que durante tres días consecutivos se ha dedicado a buscar los restos de “Monse” en este paraje del Ajusco llamado Llano de Vidrio.

“No dejen basura. Es bien importante. De por sí esto es un tiradero de basura y aquí puede estar no solo Monse, también muchas personitas más”, les pide a los brigadistas antes de comenzar esta nueva jornada de búsqueda en el kilómetro 32 de la carretera que rodea las cumbres del Ajusco.

A finales de noviembre de 2024 una anterior brigada halló restos óseos en este sitio.

Después de un análisis pericial realizado por la Fiscalía capitalina se confirmó que los restos eran de Jael Montserrat Uribe Palmeros, la joven de 21 años hija de Jaqueline que desapareció desde el 24 de julio de 2020 en la alcaldía Iztapalapa.

Por eso madres buscadoras, familias, colectivos, grupos solidarios y autoridades, concentraron durante la última semana de enero esfuerzos para  hallar más indicios de Jael Montserrat.

SITIO DE MUERTE 

Aquí es una zona de indicios, pues se han encontrado otros cuerpos de personas recientemente desaparecidas. 

Los colectivos y familias ya habían puesto en alerta a las autoridades sobre el problema de Llano de Vidrio, porque la situación en el lugar lleva años.


LEE LA PRIMERA PARTE DE REPORTAJE: Lomas de Tepemécatl a las faldas del Ajusco: la depredación en el Bosque de Agua


“Llano de Vidrio es un sitio de muerte, es un lugar donde se llevan a cabo crímenes y nunca han mandado la seguridad necesaria ni han hecho nada al respecto y sigue sucediendo, sigue pasando”, dice con enfado Jaqueline Palmeros.

Sus palabras van cargadas con una verdad trágica que contrasta con la belleza de este bosque. 

El asegurar que este es un lugar de muerte no resulta de ninguna manera una exageración y los hechos lo demostraron este mismo día.

Es martes 28 de enero y mientras la brigada de un centenar de personas busca a Monse, la Policía y un binomio canino encontraron a menos de un kilómetro de aquí el cadáver de un chofer de Uber.

Lo hallaron en un paraje conocido como Las Cruces, colindante a Llano de Vidrio.

Rubén Díaz Valencia, de 62 años, estaba desaparecido desde el 24 de enero y el último sitio donde se le ubicó fue en la colonia Pedregal de San Nicolás, alcaldía Tlalpan, una zona conocida como Ajusco medio.

En su auto Ford Fiesta color rojo dio servicio a una mujer y dos hombres sospechosos de robarle el carro y quitarle la vida. 

BÚSQUEDA INTENSA

Los últimos días han sido de bastante actividad en la búsqueda de personas alrededor del Ajusco.

Entre el pasado 4 y 7 de febrero se organizó otra brigada (una más) para hallar los restos de Pamela Gallardo Volante, una joven de 23 años desaparecida desde el 5 de noviembre de 2017.

Ella acudió a un festival de música electrónica el sábado 4 de noviembre de ese año en el kilómetro 12.5 de la carretera Picacho-Ajusco, y luego de discutir con su novio Jesús no se supo más de la joven.

Entre febrero y abril de 2024, durante las muchas jornadas de búsqueda para hallar a Pamela, las brigadas concentraron su atención en torno a ese kilómetro 12 de la carretera Picacho-Ajusco, donde se le vio por última vez.

En el sitio y durante febrero de aquel año encontraron cinco restos óseos, y luego en abril hallaron otros 11, semienterrados en un área caracterizada por ser tiradero de escombro.

Aunque ninguno de los restos era de Pamela, la familia de la joven y el colectivo Grupo de Acción por los Derechos Humanos y la Justicia Social señalaron que el sitio era una fosa clandestina.

Otro caso es el de Rodrigo Ricardo Rico Fernández, quien desapareció el 28 de septiembre de 2019 en la parte alta del circuito Picacho-Ajusco, una zona donde esa carretera se desvía hacia el Estado de México y es camino de los peregrinos que visitan el santuario del Señor de Chalma.

Rodrigo peregrinaba a pie hacia Chalma pero jamás llegó a su destino y las versiones sobre su desaparición son confusas pues apuntan a que se retrasó del grupo con el cual viajaba y otras a que se sintió mal por lo que se detuvo.

Para el 30 de septiembre de ese 2019 y al no llegar al santuario, Mirna Fernández, mamá de Rodrigo, encabezó la primera búsqueda por el bosque juntos con sus otros hijos, llegando incluso hasta Chalma. 

El apoyo de las autoridades para este caso ha sido errático, pues la familia de Rodrigo se dio cuenta que el joven no estaba en el Registro Nacional de Personas Desaparecidas.

FOSA CLANDESTINA 

Para la búsqueda de Montserrat en Llano de Vidrio han llegado colectivos y mamás buscadoras de varios estados del país, solidarizándose con Jaqueline Palmeros.

Aquí hay familias provenientes de Tamaulipas, Guerrero, Morelos, Veracruz, Sonora, Querétaro y Estado de México.

Una de ellas es Yadira González. Ella es del colectivo Buscadoras Querétaro y desde 2006 está dedicada a hallar a su hermano Juan.

Yadira lleva tres días en el Ajusco y junto con Jaqueline es quien coordina a los grupos de búsqueda de Monse.

Es bajita, pero su estatura solo es una apariencia, porque con voz firme se hace escuchar y reparte instrucciones a diestra y siniestra sin importar que sean marinos o policías.

Durante los 19 años que lleva de buscar a su hermano ha tomado cursos, talleres, diplomados y leído cuanto texto ha caído en sus manos sobre la búsqueda de personas. Es una especialista.

Con esa convicción que emana de ese rostro duro y mirada profunda, Yadira asegura que el Ajusco es una de las fosas clandestinas de la Ciudad de México.

“El Ajusco es uno de los focos rojos al que debe ponerle atención el gobierno de la Ciudad de México para poder disminuir o erradicar la violencia. 

“Pero solamente es uno; hay más zonas de riesgo, de depósitos clandestinos, de desaparición”, lamenta Yadira, al recordar que desde hace poco se hacen búsquedas en el Ajusco y a pesar del poco tiempo son muchos los hallazgos.

Yadira hace hincapié en el hecho que el Ajusco es un lugar “interminable” para la búsqueda, por las condiciones climáticas, por la maleza y las características del terreno, porque además los lugares donde se hallan cuerpos son reutilizados tiempo después para lo mismo: desaparecer personas.

BUSCAR EN UNA LADERA

Llano de Vidrio es un sitio complicado para la búsqueda, porque se trata de una empinada ladera por la cual se ha esparcido la basura que se acumuló a lo largo de años al lado de la carretera. 

El viento y la lluvia han hecho su trabajo para dispersar por una zona de unos 2 mil 500 metros cuadrados lo que podrían ser indicios de Monse y de otras personas desaparecidas.


AQUÍ LA SEGUNDA PARTE DEL REPORTAJE: Lomas de Tepemécatl en el Ajusco: la basura que se esparce por el Bosque de Agua | Parte 2


Con sus años a cuestas las mamás buscadoras bajan por la peligrosa ladera, bien agarradas de una cuerda que tendieron los bomberos y Zorros de la Secretaría de Seguridad Ciudadana.

Con una mano van bien sujetas a la línea; con la otra llevan sus herramientas: picos, rastrillos, palas, azadones y machetes.

Cada una lleva puesta una playera en la que aparece estampada la foto de su familiar desaparecido, porque se busca a Monse, pero también a todos los demás.

La búsqueda que hacen las familias es minuciosa, desde abajo de la ladera hacia arriba, entre las ondulaciones naturales del terreno, en zanjas hechas por el agua de lluvia, en los cajetes que esas corrientes formaron alrededor de los matorrales, entre el zacatón que ha crecido abundante alrededor de los árboles.

Ahí podría haber una falange, un diente o pedazos de hueso que podrían confundirse con un tronco o una ramita.

Por eso las mamás, hermanos y hermanas de personas desaparecidas escarban con paciencia y profunda capacidad de observación. 

Incluso usan sus manos para despejar el terreno y mirar con detenimiento si aquello es una piedra o un resto.

Cualquier indicio debe tocarse con guantes, aunque es preferible dejarlo en el lugar del hallazgo y llamar de inmediato a un perito o antropólogo de la Fiscalía capitalina para descartar que se trata de un resto humano.

Durante el segundo día de búsqueda, un brigadista de la Comisión de Recursos Naturales (Corenadr) del gobierno capitalino haya entre un arbusto un pantalón de mujer ya deshilachado y cubierto de tierra. 

Un perito se llevó el pantalón de la marca Shasha para hacerle pruebas de fluidos y resultó negativo, pero el problema es que nadie marcó el sitio donde fue hallada la prenda y el punto exacto se extravió, perdiendo la oportunidad posterior de encontrar más indicios.

Por ese tipo de cosas es que las mamás buscadoras desconfían de las autoridades, porque no actúan con diligencia y atención, por su indolencia y desapego al dolor de las víctimas.

Esa indiferencia de las autoridades tiene muchos rostros y ello lo ha padecido de manera lacerante Inés Lázaro, quien hoy se unió para hallar a Monse pero quien lleva siete años buscando a su hijo Francisco Sandoval Lázaro.

El hijo de Inés desapareció el 26 de abril de 2018 en la colonia Paraje 38, también en el Ajusco medio.

Iba por su esposa a otra colonia, Tierra Colorada, a unos cuatro kilómetros de distancia.

Salió de su casa a las 8 de la mañana y no se le volvió a ver.

Antes de la desaparición, el joven llamó a su esposa para decirle que ya iba por ella, que tardaba 15 minutos pero nunca llegó.

Inés Lázaro narra su testimonio mientras con una rama escarba cuidadosamente entre matorrales. 

De cara triste, su rostro moreno está marcado por profundas arrugas. Es una mujer menuda y sus delgados brazos parecen ceder ante esa rama más alta que ella.

Acusa la negligencia de la Fiscalía capitalina para darle seguimiento a su caso, a tal grado que el Ministerio Público había traspapelado su carpeta de investigación.

Además, el MP le puso infinidad de pretextos para no solicitar a la empresa telefónica los datos sobre el equipo celular que llevaba su hijo.

No tiene ningún indicio sobre el paradero de Francisco, si está vivo o  no, si sufrió algún asalto o una agresión previa a la desaparición. Lo único que sabe es que después de aquella llamada a su esposa, el teléfono celular de Francisco fue apagado y se perdió todo rastro.

Es inevitable preguntarle a Inés Lázaro de donde toma la fuerza para poder continuar.

“No nos queda de otra. Es lo único que nos mantiene con esperanza”, dice doña Inés, sin dejar de escarbar detenidamente en Llano de Vidrio.

BÚSQUEDA CON AMOR

Aquí, hurgar entre el zacatón dónde podría esconderse una víbora de cascabel se hace incluso con amor, sin importar los riesgos.

Eso lo deja muy en claro Elizabeth Mancha, una mamá buscadora proveniente de Altamira, Tamaulipas, quien desde hace dos años busca a su hijo Axel Mauricio Martínez Mancha.

El 27 de diciembre de 2022 desapareció en una carretera cercana a Tampico, aunque radicaba en Toluca y por su trabajo viajaba mucho a la Ciudad de México.

Por eso Elizabeth Mancha no tiene indicios sobre el paradero de Axel.

“Si nadie sabe decirme dónde está pues yo busco todo lo que pueda. Hasta donde las fuerzas me alcancen”, dice la mamá buscadora mientras usa un rastrillo para limpiar el zacatón en esta ladera del Ajusco.

Sus compañeras le dicen Mancha o más cariñosamente “Manchita”. Es una líder natural y por eso le preguntan qué más hacer o por dónde avanzar en esta pendiente. Durante el último de los días de búsqueda en Llano de Vidrio se sintió mal porque padece de la presión alta y su tarea se quedó a medias, pues los paramédicos le ordenaron que no continuara.

Pero eso no le quitó su buena charla y el ánimo brioso con el que contagia a sus colegas mamás y a integrantes de los colectivos.

Ella tiene una frase que comparte con todos, en espera de que otros la aprendan.

“Con fe, con fuerza, con amor y sin descanso. Hasta encontrarlos a todos; unidos de corazón hasta llegar a ti”, dice.

Lo único que desanima a Elizabeth Mancha es la forma de actuar de las autoridades y como ejemplo señala a una antropóloga de la Fiscalía capitalina que metros adelante escarbó entre la hierba, pero lo hizo mal.

La molestia de Mancha es que esa antropóloga solo buscó por encima, sin hurgar, sin remover el pastizal ni llegar a la tierra. 

“Nunca confíes en las autoridades”, enfatiza Elizabeth mientras voltea a ver con enfado a la antropóloga.

DESCONFIANZA 

Esa desconfianza permea en todo Llano de Vidrio y con ella coexisten buscadores solidarios, familias y autoridades. Entre los grupos se miran con recelo, aunque no se dicen nada.

Pero Jaqueline Palmeros sí alza la voz y acusa que a pesar de la organización y participación en las brigadas, la labor de las autoridades es insuficiente y hasta tiene un tufo de simulación.

La mamá de Montserrat está molesta y su coraje lo dice abiertamente ante funcionarios de la Comisión de Búsqueda de la Ciudad y de la Fiscalía capitalina.

“Ya se acostumbraron a que nosotros hacemos su chamba y la verdad es que necesitan salir de sus escritorios y venirse a romper la madre como lo hacemos nosotros”, dice Jaqueline.

Entre huesos de animales y ropa hecha jirones como resultado de la búsqueda de este día, dice que el caso de su hija debería ser visto como un precedente, para que las autoridades verdaderamente actúen y no solo hablen de una estrategia política de búsqueda de desaparecidos.

Rodeada de sus compañeras, de colectivos como Marabunta, de peritos, policías y militares, Jaqueline recuerda que varias de sus compañeras del colectivo Una Luz en el Camino tienen familiares desaparecidos en el Ajusco.

Insiste en el llamado constante a las autoridades para llevar seguridad a los parajes y detener el fenómeno de desapariciones que ya es una constante en este bosque del sur de la ciudad.

Una muestra de que Llano de Vidrio es un sitio necesitado de atención es que durante los tres días de búsqueda se encontraron 17 casquillos de armas de distintos calibre, sobre todo de pistola 9 milímetros.

CIFRAS

La situación sobre el problema de desapariciones en el Ajusco no puede dimensionarse con exactitud porque no hay cifras.

En el Plan de Política Criminal y el Programa de Persecución Penal que  la fiscal de la Ciudad Bertha Alcalde acaba de entregar al Congreso capitalino no hay una sola cifra al respecto.

El documento solo señala que durante 2024 “la Fiscalía recibió reportes de desaparición que en su gran mayoría fueron resueltos oportunamente durante las primeras horas, sin embargo, los reportes reflejan la persistencia de este fenómeno y la necesidad de reforzar las acciones institucionales para su atención”, se lee en el Programa de Persecución Penal.

La Comisión de Búsqueda de la CDMX no tiene información actualizada. Sus reportes llegan a 2022 y la navegación en su sitio de Internet es complicada, pues los documentos no están desagregados  ni especifican casos. Lo mismo hay información administrativa de presupuesto, que reportes por capítulo de gasto.

La jefa de gobierno Clara Brugada aceptó durante una conferencia el 4 de  febrero que las desapariciones en el Ajusco son un problema, pero se negó a pronunciarse sobre si ese bosque en el sur de la ciudad se ha convertido en una fosa clandestina.

Luego, en una conferencia del 11 de febrero matizó el problema de las desapariciones en la Ciudad de México, sin hacer referencia específica al Ajusco.

Dijo que la mayor cantidad de reportes de personas ausentes en la CDMX derivan en que son localizadas y devueltas con sus familiares.

Según sus cifras, solo un siete por ciento de las desapariciones están asociadas a un delito que no necesariamente es homicidio, pues puede relacionarse con trata, secuestro o violencia vicaria. 

Es decir, enfatizó, en la mayoría de los casos no existe un hecho delictivo asociado a la ausencia de una persona y las desapariciones no son sinónimo de homicidios. 

De acuerdo con las cifras que presentó, durante todo 2024 hubo 142 reportes de personas extraviadas y desaparecidas, de las cuales solo 10 casos están clasificados como desapariciones forzadas.

Los otros 132 casos son vistos por la autoridad como extravíos.

Además, Brugada destacó que las denuncias de personas extraviadas y desaparecidas en el último trimestre de 2024 observan una disminución de 23 por ciento con relación al tercer trimestre del mismo año, pues bajaron de 38 a 29.

Para las familias, mamás buscadoras y colectivos de búsqueda la existencia de fosas clandestinas en el Ajusco es un hecho irrefutable y lo dejan en claro cuando en la búsqueda de Montserrat secundan un salmo entonado por una voluntaria.

“Estos montes sí son santos, son una creación hermosa de dios pero tristemente los hemos dañado y herido por la maldad del corazón”, rezan en Llano de Vidrio.

Alberto Cuenca
Alberto Cuencahttp://cuenquita
Soy reportero del diario y semanario digital Capital CDMX. He sido reportero en El Universal y realizó la videocolumna La Antípoda Oscura en Ruido en la Red.

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