La contrarreforma eléctrica de Bartlett

Ciudad de México.- Una de las virtudes de la modernización mexicana fue la de abrir paso a la competencia.  

El Estado posrevolucionario se hizo muy robusto pero poco eficiente y esto repercutía, en más de un sentido, en la calidad de vida de la población.

Por eso desde finales de los años ochenta, inició todo un proceso de privatizaciones y de ventas de empresas que no eran estratégicas o que requerían de inversión privada para poder enfrentar un mercado que se iría globalizando y que tendría su primera prueba con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio en 1994.

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Por supuesto que no fue sencillo, ya que hubo múltiples resistencias y en particular las de los viejos grupos de poder, ligados a lo más conservador del priismo que no veían con buenos ojos lo que estaba haciendo el presidente Carlos Salinas de Gortari.

Es un pleito antiguo, pero que explica lo que está ocurriendo en la actualidad en México y que tiene en la contrarreforma eléctrica uno de sus ejemplos, aunque los cambios en ese tema hayan sido posteriores y dónde los más profundos ocurrieron gracias al Pacto por México en el periodo de gobierno de Enrique Peña Nieto.  

No es casual que Manuel Bartlett sea un personaje central de esta historia, porque también lo fue en el pasado, aunque en aquellos años resultó desplazado.

La iniciativa presidencial de otorgar preferencia a la CFE sobre los participantes privados es, de algún modo, una suerte de vuelta al monopolio, es una restauración del viejo Estado.

Es una propuesta que quiere alcanzar el carácter de lo simbólico, ya que “devolvería” al pueblo lo que se le quitó por medio de sobornos y malas legislaciones.

También encuentra cobijo, en esta narrativa, el anuncio de  la condonación de adeudos, de hace 25 años, de energía eléctrica en Tabasco, por 11 mil millones de pesos, anunciadas por el gobernador Adán Augusto López y por la CFE.

Las consecuencias de la Contrarreforma van a ser nefastas y los más afectados serán los consumidores, obligados a tarifas cada vez más elevadas y donde la utilización de energías limpias será relegada.

Para las empresas esto puede ser la puntilla, ante una situación de desastre económico.  

Estamos ante uno de los pasos más importantes en el esquema de cambio de régimen y que significará un retroceso, que, además, comprometerá muchos de los acuerdos de carácter internacional.

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