Félix Salgado: la red de impunidad

Ciudad de México.- Todo los caminos conducen a Félix Salgado. Eso es lo que se desprende de la decisión de la comisión de elecciones de Morena de  realizar una nueva encuesta, tan fantasmagórica como las otras, para designar al candidato de Morena a la gubernatura de Guerrero.

En Palacio Nacional quieren a Salgado Macedonio, porque la lealtad ciega es más redituable que la voluble inconformidad de los grupos feministas y que además no se pueden controlar.

Si no fuera eso, por lo menos hay manos muy poderosas interesadas en que todo se alinee en favor del senador con licencia. Tan solo en los últimos días han ocurrido cuatro cosas que dan cuenta de ello: Morena con su ambigüedad, el Tribunal Electoral Estatal desechando impugnaciones, la Fiscalía del Estado apelando a la prescripción de los delitos y la declinación de Amílcar Sandoval a sus aspiraciones de contender de nueva cuenta.

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Sandoval, el ex delegado federal en Guerrero y hermano de la sectaria de la Función Pública, Irma Sandoval, le abre el paso franco a Salgado Macedonio, pero actúa así para salvar, en lo que pueda, su futuro político, ahora en entredicho, porque lo culpan de las primeras informaciones que subieron a la agenda mediática sobre el truculento comportamiento de senador respecto a las mujeres.

Es más, cuando se conocieron las fechorías de Salgado, con lujo de detalle, quien quedó inhabilitado fue Salazar, aunque en ese momento ni lo imaginara.

La Fiscalía del Estado anunció que los hechos denunciados en 1998, en contra de Salgado Macedonio, están prescritos y que no se puede hacer nada al respecto. Queda abierta otra indagatoria, pero tampoco avanzará.

El Tribunal Estatal Electoral desechó una queja de Basilia Castañeda, en contra de la candidatura de Salgado Macedonio, argumentado tecnicismos, como el que no es aspirante formal todavía y que los documentos presentados carecen de firma.  

Si algo ha sabido hacer Salgado, y desde hace décadas, es establecer toda una red de impunidad que lo protege y cobija y que trasciende partidos políticos y que ahora se encuentra en funcionamiento, donde la menor de sus ganancias será la impedir que procedan en su contra y la mayor, la de despachar en Chilpancingo como mandatario.  

“Hay Toro”, dice el candidato y tiene razón, porque lo que faltó fue vergüenza.

Lo más inquietante es que se manda el mensaje, más allá de cómo termine esta historia, de que se puede hacer lo que se quiera, de que el pasado se limpia si eso es conveniente al poder político y a sus intereses.

En los próximos meses sabremos si los escándalos influyeron en el electorado o solo fueron una cuestión de sectores ilustrados y que no han acabado de entender que la lógica de antaño ya no aplica.

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