Teotihuacán debajo de Coyoacán

Arqueólogos del INAH en 2018 descubrieron otro asentamiento teotihuacano en el predio Universidad 1200

Teotihuacán debajo de Coyoacán. Arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) exploraron de nuevo en 2018 los restos de una aldea teotihuacana de mil 700 años. En esa ocasión, fue para identificar el comienzo del asentamiento prehispánico de Xoco, que correspondió a la sección sur del predio Universidad 1200, alcaldía Coyoacán.

Teotihuacán abarcó más de 22 kilómetros cuadrados, la metrópoli se expandió en todo lo largo de la Cuenca de México, incluyendo Coyoacán. Teotihuacan contó con una decena de centros provinciales, un centenar de aldeas entre grandes y pequeñas, centena y media de villorrios, y nueve recintos ceremoniales.

Al sur de la actual Ciudad de México, en las proximidades de las avenidas Coyoacán y Universidad, existió una de esas 77 pequeñas aldeas teotihuacanas. Éstas fueron propuestas por William T. Sanders y sus colaboradores en su magno proyecto sobre los patrones de asentamiento en la Cuenca de México.

En 1977 se llevó a cabo un salvamento arqueológico en lo que habría sido la construcción del Centro Corporativo Bancomer, esto permitió el reconocimiento de dicha aldea.

Aldea de Teotihuacán debajo de Coyoacán

Cuatro décadas después de esa primera exploración, arqueólogos del INAH volvieron al espacio para ampliar el conocimiento sobre ese antiguo caserío.

El equipo que dirigió el experto de la Dirección de Salvamento Arqueológico (DSA), Alberto Mena Cruz, excavó distintos contextos prehispánicos para identificar el asentamiento prehispánico de Xoco, “Lugar junto a los tejocotes”.

Se localizó entre el frente del edificio (concebido por el arquitecto Juan Sordo Madaleno con José Adolfo Wiechers y Augusto H. Álvarez) y la acera de Real de Mayorazgo. El arqueólogo refiere que el área potencial del comienzo de Xoco, aldea de Teotihuacan debajo de Coyoacán, en la sección sur del predio Universidad 1200.

Pese al nombre náhuatl del barrio que hizo referencia a su ocupación en el periodo Posclásico Tardío (1300-1521 d.C.), el espacio tuvo un dilatado proceso que comenzó alrededor de 100 d.C., con el advenimiento del Estado teotihuacano en la época Clásica.

Los restos arquitectónicos, la tipología cerámica, piezas líticas y enterramientos que fueron registrados en los diferentes frentes de excavación, apuntaban que esta pequeña aldea teotihuacana tuvo su auge hace mil 700 años, entre las denominadas fases Tlamimilolpa y Xolalpan (225 – 550 d.C.).

Asentamientos de Teotihuacán debajo de Coyoacán

Alberto Mena dijo que en diversos frentes de excavación se identificaron variedad de contextos: desde las huellas de antiguos arroyos que se alimentaron de los ríos Churubusco y Magdalena; evidencias arquitectónicas de unidades habitacionales; círculos de piedra que tuvieron una función ritual o para contener el agua; una treintena de enterramientos humanos; hasta un par de cánidos.

El 40 por ciento de las labores arqueológicas se concentraron en el terreno, que abarca aproximadamente 45 mil metros cuadrados, removiendo grandes volúmenes de tierra. Algunas excavaciones midieron 14 metros por 10 metros, otras alcanzaron una profundidad de 4.50 metros. Por lo general, los contextos teotihuacanos solían encontrarse en promedio a 1.50 metros por debajo del nivel de calle.

Víctor Vargas, uno de los jóvenes arqueólogos asignados a estos frentes de excavación, comentó que en un par de hallazgos, se observaron la “típica” conformación de los conjuntos teotihuacanos, es decir, cuatro cuartos dispuestos en torno a un patio central. Las habitaciones, de las que en la actualidad sólo se conservan los cimientos, tenían muros con un ligero talud, elaborados con basaltos careados. Por su parte, la superficie de los cuartos se compuso de un firme de arcilla al que le sigue otro de piedra bola, y sobre éste un piso de estuco con gravilla de piedra pómez.

Entierros teotihuacanos el predio Universidad 1200

Asimismo, Vargas planteó que con base en los 30 entierros que se registraron, se estableció un patrón de enterramiento para la Cuenca de México en la época teotihuacana. Las inhumaciones se localizaron con muros y concentraciones de cerámica y figurillas rotas de forma intencional. Tres de las figurillas o cerámicas, se encontraron alrededor de elementos circulares que quizá tuvieron una función ritual. Tales círculos de 1.50 metros de altura, están hechos de piedra bola unida con lodo y tienen una oquedad cuadrangular.

Los adultos solían depositarse mirando ligeramente al noreste, de forma sedente envueltos en fardos. La compresión de las extremidades superiores e inferiores de los individuos, sugirió que las edades comprendían entre los 30 y los 50 años al momento de morir.

Los niños fallecidos de esta aldea teotihuacana eran dispuestos en posición fetal y no contaban con ofrenda de acompañamiento, salvo el caso excepcional de uno. A este le fue colocada una pieza lítica circular alrededor del cuello. El grueso de los enterramientos infantiles corresponde a individuos entre el primer año de vida y los siete años, incluyendo algunos neonatos.

Félix Ríos Soriano, Karla Ponce y Blanca Pilón conformaron también este equipo arqueológico que descubrió la temporalidad de Xoco. Conforme la estratigrafía se ubicaron contextos teotihuacanos,con un periodo de ocupación continua. Parte desde los periodos Epiclásico y Posclásico Temprano (650 – 1200 d.C.) como lo evidencia la presencia de cerámica Coyotlatelco y Tolteca, pero también existen evidencias del Posclásico Tardío (1200-1521 d.C.).

Tepalcates, figurillas, vasijas y cerámica

Blanca Pilón estuvo a cargo de un frente de excavación de 15 metros por 8 metros, con una profundidad de casi 2 metros. Este frente fue complicado ya que requería exploración entre tubos, losas y trabes de cemento de la construcción moderna. En ese espacio se recuperaon once entierros de época teotihuacana que estaban asociados a concentraciones de material. También se registró un entierro de la fase tolteca y vasijas de los tipos Jara Anaranjado Pulido y Macana Rojo sobre Café.

En otro frente, donde también se localizaron varios entierros teotihuacanos asociados a muros de cuartos, la arqueóloga Karla Ponce descubrió el único entierro de temporalidad azteca hallado en este predio. Se trató de un individuo adulto al que se acompañó de tres vasijas.

La gran bodega de materiales de este salvamento arqueológico se consideró otro frente de trabajo aparte. Porque los arqueólogos Raúl Valdés y Dulce María Ramírez analizaron 230 mil tepalcates o fragmentos cerámicos, que datan desde los tiempos teotihuacanos, coyotlatelco, toltecas y aztecas. Incluso analizaron hasta la escasa cerámica colonial encontrada en el lugar y materiales de épocas moderna y contemporánea.

Alberto Mena Cruz, el responsable del proyecto en Universidad 1200, concluyó que a más de 10 meses de exploración incicados en el mismo 2018, se creó la idea del asentamiento tipo aldeano que se estableció ahí hace mil 700 años. Por fortuna, quedan interrogantes acerca del modo de vida y el sustento de sus habitantes. Los restos de esas viviendas teotihuacanas quedaron protegidas dentro del proyecto inmobiliario que se realizó en el predio.

Imprimir artículo Síguenos en Google News

Post más visitados en los últimos 7 días