Reforma Judicial, de la jurisprudencia al marketing

Mi amigo

Para los integrantes del Poder Judicial viene un tiempo difícil.

Muchos perderán su empleo y otros tantos tendrán que acoplarse a una cultura distinta, no ya la del mérito profesional, sino la de la política partidista.

La Reforma Judicial es una trasformación telúrica, que rompe con el servicio profesional y desmonta los peldaños de la experiencia y el mérito.

Es un hecho que no existió una escucha activa, es decir, con ánimo de atender y reflexionar sobre razones, inquietudes y diagnósticos.

Ni siquiera importó lo que ocurre en Bolivia, donde la designación de los jueces constitucionales ha sido un desastre, y eso que no tendrá las proporciones de lo que se tiene planeado para nuestro país, donde miles de posiciones estarán en disputa.

La sordera y la cerrazón imperó en quienes ahora tienen la mayoría en las cámaras legislativas, porque querían que los cambios se publicaran en el Diario Oficial el 15 de septiembre, como ocurrió, más allá de la suspensión ordenada por un juez.

En plena celebración de la Independencia, cuando la efeméride debiera utilizarse para buscar unidad y no para profundizar donde hay polémica y división.

Un regalo para el presidente López Obrador, un cierre de sexenio con un broche de ¿oro?, que no permitirá arrancar a los que llegan bajo su propia lógica, pero así fue la instrucción.

Las prisas son del tal nivel, que no hay ni legislación secundaria que resuelva toda una serie de cuestiones técnicas sobre la elección de los juzgadores.

Reforma Judicial, de la jurisprudencia al marketing
Reforma Judicial, de la jurisprudencia al marketing

Por ejemplo, en la Ciudad de México un hipotético elector, tendrá que escribir cientos de nombres, quizá 450, en las boletas, donde no conocerá prácticamente a nadie. Más allá de la simulación que eso implica, el tiempo para sufragar será eterno, con las consecuencias previsibles, más allá de que imperará la abstención.

Y el dinero, ese es otro tema de calibre, por ahora la idea es la de dilapidar los recursos que estaban en los fideicomisos del Poder Judicial, a los que ya le había echado el ojo desde hace años. El asunto era gastarlos y ya vieron la forma.

El INE tendrá que arreglárselas como pueda, porque el próximo año la ciudadanía tiene que ir a las urnas para que se conforme el nuevo pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que será de nueve integrantes, ya no once, y además desaparecerán las dos Salas.

Los aspirantes a jueces, magistrados y ministros tendrán que actuar en lógica electoral si quieren ser, primero incluidos en las listas, y luego elegidos por los votantes.

De la jurisprudencia al marketing, el nuevo e inquietante tiempo mexicano.

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