Limpios y económicos, así son los comedores comunitarios

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Alberto Cuenca Reportero en Capital CDMX

Ciudad de México.- Elenita y Amalia encontraron el remedio dejar de comer en puestos caros: los comedores comunitarios del Gobierno del Distrito Federal.

Es la primera vez que vienen. Alguien del hospital Juárez se los recomendó, y se sentaron en la tercera mesa del pequeño salón.

Su primera impresión del comedor de la calle Norte 1a es contraria a la que dio a conocer la ombudsman capitalina hace unos días.

La titular de la Comisión de Derechos Humanos local, Perla Gómez, informó que hay deficiencias como falta de personal o problemas con el acceso.

Ellas creen que está muy limpio, que su pozole, su arroz y sus frijoles tienen un buen sabor, incluso les parece un lugar fresco (en cuanto a la comida).

«De comer en los puestos gastamos como cien pesos al día, y aquí, la comida a diez», cuentan a CapitalMx.

Las cuatro mesas del comedor están ocupadas por al menos una persona y decoradas por un florero pegado a la pared.

Justo donde estas comensales se sentaron, cuelgan dos hojas tamaño carta con una lista titulada «12 maneras de seguir sonriendo» y unos cuantos dibujos del gato Garfield.

Hay tres personas a cargo del comedor, todas son mujeres: la más joven se encuentra lavando algo en la parte trasera, la más grande es la encargada de la cocina y la última es quien recibe a los consumidores.

La cocinera dice que no puede dar ningún tipo de información al respecto del local, que el programa al que están suscritas se los prohíbe.

Justo en ese momento, más personas llegan al comedor y Elenita y Amalia deben recorrerse para que quepan los comensales. Conversan con una pareja que se sienta frente a ellas sobre enfermedades y hospitales.

Las dos nuevas clientes anuncian que deben irse, piden ayuda para traer del fondo la silla de ruedas de Amalia. Entre las mujeres encargadas y la pareja que acaba de llegar la acompañan a la salida y la acomodan.

La despedida es interrumpida por un grito:

«¡las tortillas!», entre la distracción la cocinera olvido que las dejó en el comal.

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