¿Cómo evitar la influenza?

Ciudad de México.- En época invernal es muy importante la vacunación para evitar contraer la gripe por influenza. 

La gripe es una infección vírica que afecta principalmente a la nariz, la garganta, los bronquios y, ocasionalmente, los pulmones.

La infección dura generalmente una semana y se caracteriza por la aparición súbita de fiebre alta, dolores musculares, cefalea y malestar general importante, tos seca, dolor de garganta y rinitis.

La gripe estacional se caracteriza por el inicio súbito de fiebre, tos (generalmente seca), dolores musculares, articulares, de cabeza y garganta, intenso malestar y abundante secreción nasal. La tos puede ser intensa y durar dos semanas o más. La fiebre y los demás síntomas suelen desaparecer en la mayoría de los casos en el plazo de una semana, sin necesidad de atención médica.

No obstante, en personas con alto riesgo (véase más abajo) la gripe puede ser una enfermedad grave e incluso mortal.

El virus se transmite con facilidad de una persona a otra a través de gotítas  y pequeñas partículas expulsadas con la tos o los estornudos. La gripe suele propagarse rápidamente en forma de epidemias estacionales.

Epidemiología

Puede verse afectado cualquier grupo de edad, aunque unos corren más riesgos que otros.

La experiencia nos dice que la mayoría de los afectados se recuperan en una o dos semanas sin necesidad de recibir tratamiento médico. Sin embargo, en niños pequeños, personas de edad y personas aquejadas de otras afecciones médicas graves, la infección puede conllevar graves complicaciones de la enfermedad subyacente, provocar neumonía o causar la muerte.

Las personas con mayor riesgo de enfermedad grave o complicaciones son las embarazadas, los menores de 59 meses, los ancianos y los pacientes con enfermedades crónicas (cardiacas, pulmonares, renales, metabólicas, del desarrollo neurológico, hepáticas o hematológicas) o inmunodepresión (por VIH/sida, quimioterapia, corticoterapia o neoplasias malignas).

Debido a su exposición a los pacientes, los profesionales sanitarios corren gran riesgo de infectarse por los virus de la gripe y de transmitirlos, sobre todo a personas vulnerables. 

La gripe estacional tiene fácil propagación y se transmite rápidamente en entornos como las escuelas y las residencias de ancianos. Al toser o estornudar, las personas infectadas dispersan en el aire, a distancias de hasta un metro, gotículas infecciosas (con virus), infectando así a las personas cercanas que inspiran esas gotículas.

El virus también puede transmitirse por las manos contaminadas. Para prevenir la transmisión hay que lavarse las manos frecuentemente y cubrirse la boca y la nariz con un pañuelo al toser. En los climas templados las epidemias estacionales se producen sobre todo durante el invierno, mientras que en las regiones tropicales pueden aparecer durante todo el año, produciendo brotes más irregulares.

El periodo de incubación (tiempo transcurrido entre la infección y la aparición de la enfermedad) es de unos dos días, pero oscila entre uno y cuatro días. 

Diagnóstico

La mayoría de los casos humanos de gripe se diagnostican por la clínica. Empero, otros virus respiratorios, como los rinovirus, el virus sincitial respiratorio, los virus parainfluenza y los adenovirus, también pueden causar síndromes gripales que dificultan el diagnóstico diferencial durante los periodos de baja actividad gripal y fuera de las situaciones de epidemia.

Para establecer un diagnóstico definitivo es necesario obtener muestras respiratorias adecuadas y realizar pruebas de laboratorio. La obtención, almacenamiento y transporte adecuados de las muestras respiratorias es el primer paso esencial para la detección de las infecciones por virus gripales mediante pruebas de laboratorio. La confirmación se realiza habitualmente mediante detección directa de antígenos, aislamiento del virus o detección del RNA específico del virus por PCR-RT (reacción en cadena de la polimerasa con retrotranscriptasa) en muestras de secreciones faríngeas, nasales o nasofaríngeas o de aspirados o lavados traqueales. 

En el medio clínico se utilizan pruebas diagnósticas rápidas, pero su sensibilidad es baja en comparación con la PCR-RT, y su fiabilidad depende en gran medida de las condiciones de utilización. ?

Tratamiento

Pacientes con gripe estacional no complicada:

Los pacientes que no pertenezcan a grupos de riesgo deben recibir tratamiento sintomático y ser advertidos de que, si presentan síntomas, se queden en casa para reducir el riesgo de transmisión. El tratamiento se centra en el alivio de los síntomas como la fiebre. Si su estado se deteriora, deben buscar atención médica. Los que pertenezcan a grupos con alto riesgo de padecer enfermedad grave o complicaciones deben recibir antivíricos lo antes posible, además del tratamiento sintomático.

Los pacientes con enfermedad grave o progresiva asociada a la gripe (es decir, síndromes neumónicos, septicemia o exacerbación de enfermedades crónicas subyacentes) también deben recibir antivíricos lo antes posible.

Los inhibidores de la neuraminidasa, como el oseltamivir, deben prescribirse lo antes posible (de forma ideal en las 48 horas siguientes a la aparición de los síntomas) para maximizar los beneficios terapéuticos. También puede considerarse su administración en pacientes que se presenten más tardíamente.

Se recomienda un tratamiento durante un mínimo de cinco días, ampliables hasta que haya una mejoría clínica satisfactoria.

Como se asocian a una prolongación de la eliminación del virus y a una inmunodepresión que aumenta el riesgo de sobreinfección bacteriana o fúngica, los corticosteroides no deben utilizarse de forma sistemática, a no ser que estén indicados por otros motivos, como el asma.

La enfermedad puede ser leve, grave o incluso mortal. La hospitalización y la muerte son más frecuentes en grupos de alto riesgo. Se calcula que las epidemias anuales causan 3 a 5 millones de casos graves y 290, 000 a 650, 000 muertes.

Prevención

La forma más eficaz de prevenir la enfermedad es la vacunación. Hay vacunas seguras y eficaces que se vienen utilizando desde hace más de 60 años. La inmunidad de origen vacunal se atenúa con el tiempo, por lo que se recomienda la vacunación anual. Las más utilizadas en el mundo son las vacunas inyectables con virus inactivados.

En los adultos sanos, la vacunación antigripal es protectora, incluso cuando los virus circulantes no coinciden exactamente con los virus vacunales. No obstante, en los ancianos la vacunación puede ser menos eficaz para prevenir la enfermedad, aunque reduce la gravedad de la enfermedad y la incidencia de complicaciones y muertes. La vacunación es especialmente importante en personas con alto riesgo y en quienes las atienden o viven con ellas.

La OMS recomienda la vacunación anual en:

Las embarazadas en cualquier fase de la gestación;

Los niños de 6 meses a 5 años;

Los adultos mayores de 65 años;

Los pacientes con enfermedades médicas crónicas;

Los profesionales sanitarios.

La profilaxis con antivíricos antes o después de la exposición es posible, pero depende de varios factores, como el tipo de exposición, el riesgo asociado a ella y factores personales.

Además de la vacunación y el tratamiento antivírico, la gestión desde el punto de vista de la salud pública incluye medidas de protección personal, como:

Lavarse las manos frecuentemente y secárselas bien;

Mantener una buena higiene respiratoria, cubriéndose la boca y la nariz al toser o estornudar con pañuelos y desechándolos correctamente;

Autoaislarse rápidamente en caso de malestar, fiebre u otros síntomas gripales;

Evitar el contacto con personas enfermas;

Evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca.

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