Los periodistas

Impunidad

Los periodistas. Para Lourdes Mendoza y su celular justiciero.


El Nobel de la Paz de este año fue para dos periodistas. El Comité noruego quiso subrayar así la importancia de la libertad de expresión.

Hace 90 años, el 16 de octubre de 1931, El Diario de Yucatán dejó de circular por el acoso del gobernador de Yucatán, Bartolomé García Correa, respaldado por el Jefe Máximo Plutarco Elías Calles.

El mandatario estatal deseaba extirpar al Diario de Yucatán de la vida peninsular acusándolo de “reaccionario, pérfido, clerical y enemigo del pueblo”.

En una asamblea partidista anunció “un boicoteo absoluto al periódico enemigo de las clases proletarias; al periódico del clero.

Ningún socialista de la península debía leerlo, darle publicidad o proporcionarle información.

Y para cercenar el nexo con sus lectores, el gobernador y su partido organizaron brigadas que recorrían lugares públicos y arrebataban el diario a quienes lo llevaran.

El asedio duró año y medio. En abril de 1933 los linotipos y las imprentas volvieron a funcionar.

Estudié el caso para entender cómo había resistido ese diario la ofensiva oficial.

Encontré que sobrevivió por el respaldo de sus lectores y de la Prensa Asociada de los Estados, una organización fundada en 1908 por cincuenta periódicos.

También fue clave la figura del director y fundador del diario.

Carlos R. Menéndez era un periodista curtido en las batallas por la libertad de expresión.

Los periodistas 

En seis ocasiones previas las autoridades le habían cerrado e incautado sus revistas y periódicos.

Revisé el historial de esa batalla y detecté otras razones de su éxito.

La primera fue el manejo de los tiempos. El Diario de Yucatán y sus aliados entendieron que se jugaba la libertad de expresión independientemente de la orientación ideológica de cada casa.

Los gobernantes también cerraban medios de izquierda.

Debían resistir el asedio y llevar el caso a la opinión pública nacional e internacional para elevar los costos al oficialismo. Acertaron.

Al año de haberse suspendido la circulación del periódico afloraron las fisuras al interior del Grupo de Sonora.

Una segunda razón fue el hecho de que, tanto entonces como ahora, el poder estaba fragmentado; el presidencialismo, aunque fuerte, puede limitarse o atemperarse.

En el caso de Yucatán criticaban con dureza al gobernador, pero eran respetuosos con el Presidente.

En una ocasión, los directivos de la Prensa Asociada de los Estados tuvieron audiencia con el secretario de Gobernación.

Cuando informaron sobre el encuentro también difundieron una carta enviada al presidente Pascual Ortiz Rubio.

En ella, le expresaban su “absoluta fe, en que usted hará honor a sus antecedentes de cultura, de hombre intelectual, recto y justiciero y alimentaban su ego con un zalamero halago: usted nos dio ánimo a los que luchamos desde las tribunas periodísticas por el bienestar social”.

Una última razón fue que El Diario de Yucatán, como muchos otros medios agrupados de la Prensa Asociadatenían la legitimidad de haberse enfrentado a las dictaduras de Porfirio Díaz y Victoriano Huerta.

Eran parte de la familia revolucionaria. Mientras estudiaba el caso de Yucatán encontré similitudes con métodos observados en directivos de La Jornada, Proceso y Reforma, medios también acosados.

Sobrevivieron y han sido fortalezas para la construcción de capital social positivo.

La prensa mexicana vive momentos difíciles.

Somos el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo crítico y el Presidente ataca constantemente a la prensa con dardos retóricos que frecuentemente carecen de verificación.

Entretanto, los criminales van secuestrando y asesinando.

Es cierto que una parte de nuestra prensa es mercenaria y cobra por alabar, atacar o callar.

Red de periodistas 

Sin embargo, México tiene una tupida red de periodistas independientes y honestos que cuentan con la legitimidad de habérsela jugado por la transición democrática y seguírsela jugando informando desde las trincheras donde el crimen organizado campea a sus anchas.

La prensa libre necesita del apoyo de sus lectores, de la solidaridad gremial y del respaldo de las organizaciones especializadas en la protección de los medios de comunicación.

La mejor forma de preservarla es con un periodismo sólido y basado en hechos verificables.


Colaboraron Anuar Israel Ortega Galindo y Sergio Huesca Villeda


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