La jerarquía católica “la ropa sucia se lava en casa” ante pederastia

Los Jesuitas

La jerarquía católica “la ropa sucia se lava en casa” ante pederastia. En México la mayoría de los obispos y superiores de congregaciones religiosas no obedecen al papa Francisco.

Por ello, no investigan a los sacerdotes pederastas, ocultan las cifras y peor aún encubren a esos delincuentes.

Pese a que las directrices de Francisco son claras en “tolerancia cero” a este delito.

la jerarquía católica aún se escuda en lo señalado por el entonces arzobispo de Jalapa Sergio Obeso Rivera (QEPD) en abril del 2002 en la 73 Asamblea del Episcopado: “la ropa sucia se lava en casa”.

Y lo mencionado en esa misma conferencia de prensa por el obispo de Ciudad Juárez Renato Ascencio “si no hay denuncia civil la Iglesia se limita a llevar su proceso interno, a nosotros no nos corresponde investigar y castigar…”

En enero del 202o la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) reveló que 271 sacerdotes fueron investigados por abuso sexual a menores en la última década.

El arzobispo Rogelio Cabrera López, presidente de la CEM, señaló que en ese lapso 426 sacerdotes han sido investigados.

No sólo por ese delito sino también por pornografía infantil y canónicos.

Del total hay 173 procesos en curso. Además de 217 sacerdotes han sido separados.

Las cifras reales se desconocen porque son los obispos y los superiores de las congregaciones religiosas quienes ocultan la información a la Nunciatura Apostólica y al Episcopado.

La jerarquía católica “la ropa sucia se lava en casa” ante pederastia

Pese a que el Episcopado Mexicano elaboró las Líneas Guía del Procedimiento a Seguir en Casos de Abuso Sexual de Menores por parte de los Clérigos, además de crear el Consejo Nacional de Protección de Menores y capacitar a responsables de protección de menores de las diócesis, ese esfuerzo no lo asumen en su totalidad los obispos.

Porque no sólo es crear comisiones de protección de menores como lo han hecho 50 diócesis, algunas de éstas sólo están en papel, pero no operan ni siquiera tienen un correo en dónde las víctimas los puedan contactar y otras o no se hacen responsables de los casos del pasado.

Un ejemplo es la diócesis de Querétaro en el mes de julio cuando se aprehendió a un sacerdote por abuso sexual.

Esa vez se informó que la comisión de protección de menores no atendería el caso porque los hechos ocurrieron en 2016 y ésta se había creado en marzo de éste año.

Así que la víctima se quedará sin un acompañamiento como lo dispuso el papa Francisco.

Si en las diócesis es difícil de conocer el número de casos, en las congregaciones religiosas es imposible.

Ellas sólo le rinden cuentas a su superior que no se encuentra en México sino en Roma.

Denuncias en Roma

Además la mayoría de éstas no tiene protocolos ni guías para la protección de menores y desconocen cómo atender las demandas.

Al enfrentarse a las denuncias algunas congregaciones acuden a solicitar asesoría a sus superiores en Roma.

Desde ahí se les da línea de cómo actuar según el reporte que les llega sin tener un pleno conocimiento de la veracidad de la información enviada desde México.

Otras, principalmente las que tienen centros educativos, elaboran a vapor los protocolos.

Sin embargo no entregan a los responsables ante las autoridades, algunas han optado por negociar con las víctimas y acordar una reparación del daño “en lo oscurito”.

Ante la falta de compromiso de los obispos y superiores de congregaciones por denunciar a los delincuentes ante las autoridades civiles, se requieren sacerdotes valientes que se enfrenten a sus obispos y superiores, denuncien a sus compañeros pederastas anteponiendo el bien superior de los niños, niñas y adolescentes.

No debe seguir la filosofía de que “la ropa sucia se lava en casa”.


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