La avasalladora presencia del oficialismo en la esfera política ha tenido un profundo efecto revelador.
Evidencia las transformaciones radicales que ha sufrido la política durante los últimos tiempos y que se expresan en la reducción al mínimo de la presencia opositora, en el acentuado declive de los partidos tradicionales y en la ausencia de alternativas organizativas viables.
Tales fenómenos ilustran el estado de crisis en que actualmente se encuentra la política.
El fenómeno de la “recesión cívica” que se puede observar no expresa otra cosa que el profundo divorcio entre los ciudadanos en su condición de actores políticos y las élites dirigentes con sus castas burocráticas.
Por ello resulta de interés identificar una dimensión olvidada de la política que se desarrolla por fuera de la institucionalidad partidaria y que se lleva a cabo en la esfera pública y en el imaginario colectivo.
Esta dimensión está representada por la autonomía de la sociedad civil como ámbito controvertido por sus diversas significaciones y por la dificultad para proponer definiciones comprensivas y teorías convincentes sobre sus espacios de incidencia en las democracias deliberativas.
Un dato concreto es que la sociedad civil mexicana se encuentra activa y operante.
Es una realidad que maduró políticamente a partir del terremoto de 1985 y que prosiguió su desarrollo con las diferentes alternancias políticas a nivel nacional y local.
Con el tiempo, quedó atrás una cultura política de sumisión clientelar y paternalista como la describieron en su momento los politólogos Gabriel Almond y Sidney Verba.
La de entonces era una sociedad civil dominada por un estatalismo omnicomprensivo y por súbditos más que por ciudadanos.
A pesar de que toda concepción democrática presupone un modelo de sociedad, ninguna se ha ocupado del tipo de sociedad civil que resulta más adecuada para una política moderna.
La sociedad civil incorpora a los movimientos sociales que expresan una oposición democrática a los regímenes autoritarios y desempeña un papel relevante en la definición de la agenda con temáticas referidas a la injusticia social, los derechos humanos, el feminismo o la crisis climática.
La sociedad civil describe aquellos ámbitos distintos del Estado.
El aspecto más importante de la relación entre el Estado y los ciudadanos es que estos hagan más que sólo obedecer al gobierno.
En una democracia se espera que las personas obedezcan las leyes y que sean ciudadanos críticos.
Observamos una sociedad civil sofisticada y activa políticamente que ha adquirido conciencia del valor político de su presencia en el espacio público.