La autoridad moral de Sheinbaum

El acuerdo de Miguel Ángel con Sheinbaum.
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Luis Eduardo Velázquez Director del diario y semanario digital Capital CDMX

“La autoridad moral no se compra ni con todo el dinero del mundo”, dijo Claudia Sheinbaum al rendir su informe de tres años de gobierno en la Ciudad de México (CDMX).

Y en el Palacio de Minería se hizo un silencio.

En efecto. Ni por más derroche de recursos y pirotecnia mediática podrá tener la autoridad moral que se requiere para consolidarse como sucesora de Andrés Manuel López Obrador.

Sheinbaum tras la derrota electoral de junio de 2021 entró en una fase de degradación.

Pero al ser la cabeza de la capital del país, López Obrador no podía darse el lujo de dejarla caer.

Por eso le ha dado vida artificial.

Con unos buenos antidepresivos le ha vendido la idea de que puede ser la primera mujer presidente de México.

Aunque es un apuesta que ni ella misma cree porque sabe que esa ruta la recorre sola.

Sus “aliados” van a regañadientes impuestos por López Obrador y ni ellos le ven la autoridad moral.

Al interior de Morena la autoridad moral se reconoce en otro personaje.

Marcelo Ebrard, quien justo hoy fue nominado en Estados Unidos por su lucha contra el tráfico de armas.

El tráfico de armas es una de las principales causas que mantienen atascada la transformación de México, debido a que el Estado no tiene forma de combatir a los cárteles de la droga.

Ebrard tomó el toro por los cuernos y eso hasta los republicanos hoy lo reconocen. Y en efecto, es una lucha que no se compró con dinero sino con acciones.

La autoridad moral de Sheinbaum

Sheinbaum por el contrario sólo actúa sumisa y subordinada a las formas de López Obrador.

Por eso no se atreve ni a verse al espejo y en una “rendición de cuentas” evitó hablar de los más de 100 mil muertos por la pandemia en la CDMX.

Omitió el alza en los feminicidios que mantienen la alerta de género en la ciudad.

Olvidó mencionar que trata de complacer al cartel inmobiliario y les va entregar hoteles, que vendió el Mercado de Mixcalco o permite la privatización de calles en el oriente de la CDMX.

Hizo mutis sobre el subejercicio de más de 30 mil millones de pesos y quiere tener en silencio los nuevos impuestos que pretende crear en la CDMX, lo cual sabe es una traición a sí misma y a los dichos de López Obrador.

Menos habló de que de forma discrecional aumentó el patrimonio de Manuel Bartlett, autorizando usos de suelo a la vieja usanza.

También guardó silencio sobre los indígenas como nueva clientela de la 4T.

Y por supuesto no iba a decir que se auto exoneró en el colapso de la Línea 12 del Metro y no ha reparado ni la línea ni el daño a las víctimas.

Nada dijo de los más de 1,700 millones de pesos gastados en la promoción de su imagen, que llegan al absurdo de decir que en seis meses su popularidad creció.

Seguramente abono que los capitalinos se enteraron que contribuyó a frenar la guerra de Vietnam.

Pero lo más importante, olvidó decir que ya no gobierna la CDMX, sino que cogobierna con la oposición que hoy manda en el Cabildo.

Claudia Sheinbaum en los hechos lo demostró, ni con todo el dinero ni con todo el poder se gana la autoridad moral. 

NOCAUT. En el tercer informe de gobierno de Sheinbaum fue notoria la ausencia de Ricardo Monreal y por supuesto de Marcelo Ebrard. 

En la misma línea tampoco se vio a liderazgos de la UNACDMX como Santiago Taboada. 

El mensaje fue claro, la contienda está abierta y de los alcaldes no habrá subordinación. 

¡Abrazos, no periodicazos!

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