Haití y el asalto de los sicarios al poder

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Haití y el asalto de los sicarios al poder. Con forme pasan los días, el panorama en Haití se enreda y a la crisis de seguridad se sumará la de la política, con impredecibles consecuencias.

En los hechos, no existe claridad sobre el mecanismo para elegir a un relevo.

Y las elecciones de septiembre se ven como una posibilidad más que dudosa.

La participación de ex militares colombianos en el crimen, no hace sino subir el nivel de complejidad del asesinato del presidente Jovenel Moïse y lo que puede implicar en la región.

Es evidente que no cualquier grupo u organización cuenta con la capacidad de reclutar y trasladar a Puerto Príncipe a un comando que tendría una misión de semejante envergadura.

Es más, hay versiones que señalan que los participantes no tenían una idea muy clara de lo que harían.

Moïse recibió 12 disparos y puedo ser torturado antes de la muerte.

La esposa del mandatario, quien se encuentra internada en un hospital en Miami, convaleciente de las heridas que también sufrió, publicó en las redes sociales un mensaje en el que hace un llamado a preservar el legado del político asesinado y a no dejar que muera dos veces.

En lo que parece existir coincidencia de expertos y analistas, es en el lamentable papel de la guardia presidencial.

No hizo nada por evitar la tragedia, lo que permite que se piense, cada vez con mayor intensidad, en una traición.

El relato pareciera sacado de un thriller de carácter internacional y eso es lo que preocupa a propios y extraños.

En los hechos podríamos estar ante un asalto de los cárteles de las drogas al poder político.

Las hipótesis que se analizan son inquietantes y en algunos casos se perfilan situaciones como las que ha padecido Guinea Bisáu.

Ahí el crimen organizado estableció un control absoluto, con todo lo que ello implica. ¿Será este el futuro de Haití? Nadie lo sabe, pero sería ingenuo descartarlo.

El asalto de los sicarios al poder

Jovenel Moïse, Haití en el caos.

Frente a ello se cierne otra amenaza, no menos apremiante, y es la que proviene de las pandillas armadas, las que son un factor de poder inapelable en la isla.

Un caso especial es Jimmy Cherizier, líder de G9, quien está convocando a movilizaciones a sabiendas de que hay estado de sitio y que ello puede ocasionar enfrentamientos.

A Cherizier le apodan “Barcacue” y está implicado en masacres en las que participó cuando era policía, antes de converse en un verdadero zar de la violencia.

Haití, para su mala fortuna, suma variables de manejo difícil o prácticamente imposible, con el reloj en contra y la descomposición aumentando día a día.


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