Luego de que en 2024 el 75% del territorio mexicano se vio afectado por la sequía, se hace hincapié en la instalación de sistemas de captación pluvial para ayudar a reducir hasta un 50% el consumo de agua potable.
En el marco del Día Mundial del Agua que se conmemora este 22 de marzo para concientizar sobre la importancia de cuidar este recurso esencial y promover su gestión sostenible, dependencias como la Secretaría de Obras y Servicios de la Ciudad de México (Sobse) implementa medidas para mitigar la crisis y partir de este año, la nueva norma técnica obliga a las construcciones con más de 200 metros cuadrados de azotea a incorporar sistemas de captación y reúso de agua pluvial para fines no potables.
El objetivo es fomentar la reutilización del agua de lluvia, principalmente para actividades como el riego, el lavado de autos y la operación de inodoros, contribuyendo así a reducir la presión sobre los sistemas de agua potable, sin embargo, expertos en recursos hídricos advierten que la crisis del agua es un desafío que no puede resolverse sólo a nivel local.
Asimismo, resaltan la baja capacidad de las presas como El Cuchillo y Valle de Bravo, en épocas de estiaje y la reducción del caudal del Sistema Cutzamala, por lo que, para hacer frente a estos retos, se requiere una solución integral a nivel nacional, como lo demuestra el éxito de la captación pluvial en países como Singapur, Israel, Alemania y China, donde se ha reducido significativamente la dependencia de fuentes tradicionales y garantizan el suministro de agua a sus poblaciones.
Mediante los sistemas de captación el agua de lluvia se recolecta de superficies como techos, patios y azoteas; se utilizan filtros para eliminar impurezas como hojas, ramas y sedimentos; el agua filtrada se almacena en tanques o cisternas para su posterior uso y una vez almacenada se puede utilizar para riego, lavado de autos, inodoros y otras actividades que no requieren agua potable.
La empresa Rotoplas, también resalta este modelo, dado que la captación pluvial ofrece una fácil implementación, adaptación a diversos tipos de edificaciones, eficiencia en la reducción del consumo de agua potable y la demanda de los sistemas de abastecimiento; rentabilidad, generando ahorros en las facturas de agua y disminuyendo la inversión en infraestructura hidráulica; y su sostenibilidad, contribuyendo a la conservación del medio ambiente y a la mitigación del cambio climático.