El zafarrancho

Impunidad

El zafarrancho. El último enfrentamiento público entre el senador Ricardo Monreal y Andrés Manuel López Obrador se dio durante la plenaria de los senadores de Morena.

El ejecutivo fue el gran derrotado y salieron a la superficie las grietas al interior del partido mayoritario.  

Aliados desde hace 25 años, López Obrador y Monreal tienen tiempo distanciados.

En ese marco, en abril pasado iniciaron las pláticas entre los líderes de los partidos opositores y Monreal, el poderoso presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado.

Si Monreal era expulsado o renunciaba a Morena, le darían sus votos para ser elegido nuevo presidente de la Mesa Directiva en sustitución de Olga Sánchez Cordero.

El enroque hubiera modificado el tablero político nacional.

El desenlace se esperaba durante la plenaria de los 60 senadores de Morena programada para el martes 30 y el miércoles 31 de agosto.

Para exhibir el poder y la unidad de Morena programaron para el primer día cuatro mesas con invitados de alto nivel.

En la primera estaría el gabinete de seguridad, en la segunda los líderes de Morena y en las dos últimas los titulares de Relaciones Exteriores y Economía.

El zafarrancho 

Intempestivamente y por razones que todavía desconozco, el presidente se molestó, sacó el bastón de mando más belicoso y, entre la noche del lunes y la mañana del martes, habló con la titular de seguridad y le giró la instrucción de cancelar su asistencia al Senado.

Hizo lo mismo con el resto de los invitados; solo desoyeron la petición Tatiana Clouthier y Marcelo Ebrard.

El manotazo presidencial molestó a la mayor parte de los senadores de Morena.

César Cravioto pensaba diferente. Tomó la palabra para justificar a López Obrador y recriminar a Monreal que no apoyara al presidente cuando “nuestra labor, nuestra función, es respaldar” todas sus instrucciones.

Monreal le respondió que estaba en contra de “convertir a la mayoría parlamentaria en apéndice [o] comparsa” del Ejecutivo. El Senado, añadió, está para ser un “órgano de control constitucional”.

El aplauso a Monreal fue impresionante. Algunos reconocían su trabajo; otros, aprovecharon la oportunidad para mandarle recaditos al ejecutivo que los ignora.

La gran pregunta era cuál sería el efecto del zafarrancho en la elección del nuevo presidente de la Mesa Directiva del Senado en la mañana del miércoles.

Si López Obrador atacaba a Monreal durante la mañanera, la ruptura se aceleraría y el zacatecano sería elegido presidente de la Mesa Directiva con los votos de la oposición y de sus 14 senadores aliados.

AMLO huele el peligro

El presidente intuyó el peligro. En la última pregunta de la mañanera recibió el dardo: “¿Debe haber relevo en la coordinación de Morena en el Senado?” Respondió con una triple negación: “no, no me meto en eso, no”.

Monreal pospuso su salida y seguirá en su cargo actual hasta 2024 (o antes si alguna campaña se lo demanda).

La mañanera terminó a las 9:26 am y al mediodía fue elegido como candidato morenista a presidir la Mesa Directiva Alejandro Armenta, un senador cercano a Monreal.

Imposible anticipar las consecuencias de la batalla.

Hay grietas en Morena y el presidente sigue abriéndose flancos.

Su comportamiento hacia el Senado fue burdo y se hizo evidente el ocaso de su sexenio: un buen número de sus seguidores solo piensan en los siguientes cargos.

¿Seguirá el bloqueo del senador Monreal o lo invitará a un almuerzo de chilaquiles con cecina y crema en Palacio Nacional?

Barómetro presidencial 

Hay que considerar que el Senado es un barómetro de la sucesión porque, según me explica el senador del Grupo Plural Emilio Álvarez Icaza, “es la institución donde se concentran e interactúan aliados de los cuatro precandidatos. Es uno de los principales epicentros de la sucesión presidencial adelantada”.

Asumamos que las élites políticas solo están pensando en la disputa por el poder y se desentienden de los grandes problemas nacionales.

En el Senado se acumulan los pendientes y en el Ejecutivo florecen las ineptitudes de quienes no tienen la preparación requerida para los cargos que ocupan.

La sociedad organizada deber aprovechar los próximos dos años para forjar alianzas y acordar peticiones concretas a quienes llegarán en el 2024 a los cargos ejecutivos y legislativos. Es la hora de la protesta y de la propuesta ciudadanas.  


Colaboraron Dulce Alicia Torres Hernández y Erika Giselle Delgadillo Martínez.

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