El otoño de la democracia

Mi amigo

Hay líneas que si se cruzan es difícil volver atrás.

¿La democracia mexicana resistirá el embate al que está sometida? ¿Qué ocurrirá si se aprueba la reforma que envió el presidente López Obrador a la Cámara de diputados? ¿Qué se desatará si la oposición resiste?

Estamos entrando al otoño democrático. Los años de las alternancias y los cambios que mejoraron al sistema, nos hicieron perder de vista el tamaño de las resistencias y todos los agravios que se fueron generando.

En el segundo semestre de 2018, justo después del triunfo arrollador de López Obrador, los análisis sobre el futuro del INE y el Tribunal Electoral ya empezaban a dibujarse en el horizonte.

No era promisorio lo que vendría, pero muchos no quisieron darse por advertidos, ante la ingenuidad de que todo sería como siempre, de que las cosas se acomodarían y que se harían cambios para que todo siguiera igual.

A estas alturas es evidente que ya no fue así.

Sí hay una determinación muy clara de cambiar las reglas de juego y de volver al esquema del partido hegemónico, modelo con el que el PRI logró sortear los convulsos años sesenta y setenta del siglo pasado.

El presidente López Obrador planteó bien el escenario de la disputa: el pueblo contra la élite burocrática que habría demorado la llegada de la 4T.

El otoño de la democracia 

Nosotros y ellos. Los que apenas tienen para subsistir contra los que gozan de innumerables privilegios.

Es una falacia, por supuesto, pero funciona, en nuestro país y en otros.

No es casual que el blanco de los ataques más contundentes que ha desatado la 4T sea contra las autoridades electorales.

Primero, porque son portadoras de un agravio, el fraude, ni documentado ni probado, de 2006, y luego porque son una de las pocas barreras que existen para que la trasformación se prolongue a lo largo de muchos años.

El INE y el TEPJF cuentan con una calificación alta y son respaldados por la mayoría de la población.

Así lo indican todas las encuestas, pero a la vez son frágiles, porque no cuentan con herramientas para su propia defensa que puedan hacer frente al poder ejecutivo y al legislativo.

Por eso es que los requieren más débiles, distintos. Que ya no sean dique, sino cauce que abra las compuertas de una transformación de horizontes inciertos.

Ese es el riesgo de cambiar la ley en la antesala de una contienda presidencial, algo que, por lo demás, nunca se ha hecho y por casas obvias.

En unos días la sociedad se movilizará. Los grupos cercanos a Va por México, marcharán en defensa del sistema democrático. Es una apuesta osada, en un terreno en el que Morena tiene toda la experiencia, pero ellos no.

Movilizar contingentes no es sencillo, se requiere de estructuras y de operadores que sepan activarlas. En favor tienen que están convencidos, genuinamente, de lo que tienen que hacer.

Quizá el mayor triunfo radique en obligar al PRI a salirse de la ambigüedad, a comprometerse con lo que ya se habían comprometido y por lo que obtuvieron el voto en el 2021.

Un juego de fuerzas bastante incierto. Será un noviembre inolvidable por su crudeza.

Pero luego de eso, de las reformas y su rechazo, si ocurre, viene otro desafío y no menor.

López Obrador lo dijo, si no hay cambios en la legislación, en el 2024 puede haber fraude.

Ya sabemos lo que deviene de esos anuncios; pero hay una novedad, ahora tienen el poder y no es lo mismo no reconocer un resultado desde ahí, que desde la oposición.


Publicado en Forbes México el 8 de noviembre de 2022.

Imprimir artículo Síguenos en Google News

Post más visitados en los últimos 7 días