A cinco años de «El Culiacanazo», una captura fallida

A cinco años de El Culiacanazo, una captura fallida

El 17 de octubre de 2019, Sinaloa fue escenario de uno de los episodios más violentos de su historia reciente, conocido como el «Culiacanazo». Ese jueves, la captura de Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín «El Chapo» Guzmán, por parte del Ejército Mexicano desató una ola de violencia sin precedentes en la ciudad de Culiacán.

Tras la detención de Ovidio, alias «El Ratón», miembros del Cártel de Sinaloa reaccionaron de manera inmediata, bloqueando calles, incendiando vehículos y desatando tiroteos en distintos puntos de la ciudad.

El caos se apoderó de Culiacán, paralizando la capital de Sinaloa y poniendo en riesgo a la población civil. Los narcobloqueos y enfrentamientos armados llevaron a que cientos de familias se atrincheraran en sus casas mientras la violencia aumentaba.

A cinco años de El Culiacanazo, una captura fallida

A cinco años de «El Culiacanazo», una captura fallida

Ante la gravedad de la situación, el presidente Andrés Manuel López Obrador tomó la controversial decisión de liberar a Ovidio para evitar una escalada mayor de violencia y la posible pérdida de vidas inocentes.

“Yo ordené que se suspendiera el operativo y que se dejara en libertad a este presunto delincuente. Se decidió para no poner en riesgo a la población civil”, explicó López Obrador en una conferencia de prensa en junio de 2020.

El gobierno de López Obrador tomó la decisión de liberar a Ovidio Guzmán para proteger a la ciudadanía, pero el «Culiacanazo» dejó una huella profunda en la lucha contra el narcotráfico en México. Esta acción generó críticas hacia el gobierno por ceder ante el poder del cártel y abrió un debate sobre la estrategia de seguridad en el país.

Tres años después, el 5 de enero de 2023, las autoridades capturaron a Ovidio nuevamente en un operativo masivo que volvió a desencadenar violencia en Sinaloa. En esta ocasión, su detención fue definitiva, y en septiembre de 2023, lo extraditaron a Estados Unidos.

El «Culiacanazo» no solo demostró el poder del Cártel de Sinaloa, sino también las dificultades que enfrenta el Estado mexicano para imponer el orden en regiones dominadas por el narcotráfico.

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