Poder y medios

El tráiler

Poder. El enfrentamiento entre Alejandro Gertz Manero y Julio Scherer Ibarra conduce al choque entre el poder político y algunos medios de comunicación.

​La atención se ha centrado en el texto de Julio Scherer Ibarra publicado por Proceso.

Es igualmente importante la crónica publicada por su actual director Jorge Carrasco (“La génesis del conflicto”) donde relata un encuentro que presenció en octubre de 2021 en el cual participaron el fiscal y el exconsejero.

El hilo conductor de la crónica de Carrasco son las cuatro quejas del fiscal por cuatro textos de Proceso.

Le disgustaron el reportaje de Juan Omar Fierro sobre la ofensiva empresarial de Gertz contra la Universidad de las Américas Puebla.

La investigación de Neldy San Martín sobre una residencia que Gertz cobró a la Universidad de las Américas y se olvidó de incluir en su declaración patrimonial.

Las columnas de Ricardo Raphael (“está chingue y chingue”) sobre el caso de su hermano.

Y el reportaje de Jesús Esquivel sobre su papel en el caso del general Cienfuegos (“una infamia, una completa mentira”).

La retahíla de agravios culmina en un exabrupto del fiscal: “¡Ustedes me han maltratado y no se vale! ¡Ya es demasiado! —dijo— A usted, don Julio, le digo: usted puede tener un fiscal amigo o un fiscal enemigo”.

El director de Proceso clava dos frases cruciales posicionando a la revista: “la familia Scherer no interviene en la línea editorial del semanario” porque, añade, “yo soy el responsable”.

Si insertamos las palabras del fiscal en uno de los ejes monotemáticos de las mañaneras, se confirma que hay políticos empeñados en seguir negando autonomía a los periodistas; los consideran parte de la telaraña de intrigas en la cual viven.

Poder y medios

Es indudable que una parte de la prensa mexicana es corrupta y se vende al mejor postor, pero hay una franja de independencia crítica que se niegan a reconocer.

El menosprecio a los medios independientes es añejo.

Los vencedores de la Revolución, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, se empeñaron en corromperlos, domarlos o aplastarlos.

De los 550 periódicos que existían en 1921, al menos los 50 afiliados a la Prensa Asociada de los Estados tenían vocación de independencia.

Sobrevivieron a los embates autoritarios porque sus fundadores tenían la legitimidad de haber participado en la lucha contra las dictaduras; eran parte de la Familia revolucionaria.

Nuestra historia se ha nutrido desde entonces con el trabajo de El Universal, Reforma, La Jornada, Aristegui Noticias, Proceso, Ríodoce, AM de León y un larguísimo etcétera.

Independientemente de la orientación de cada uno, sobreviven porque hay audiencias que los consideran útiles por la información que presentan.

Hay un público deseoso de saber lo que pasa en los corredores de poder de la Cuarta Transformación y hay un buen número de medios y columnistas cumpliendo con esa tarea.

Con ello regreso a la crónica de Carrasco y a la montaña de información sobre el fiscal y el ex consejero jurídico.

Las evidencias 

Hay evidencia de que el primero ha utilizado el cargo para venganzas y negocios personales: procede su renuncia o su despido.

Hay también indicios de que el exconsejero utilizó su poder para hacer negocios muy redituables; como él ya dejó el cargo, lo lógico sería que, además de publicar una carta en una revista cercana, concediera una conferencia de prensa.

Es imposible predecir el desenlace de esta historia.

Es posible asegurar que los medios seguirán escarbando y publicando información que irritará a los poderosos pese a que una parte de los datos los ofrecen ellos mismos como parte de sus intentos por manejar la noticia.

Otro saldrá de un periodismo de investigación independiente que vive una etapa de enorme productividad porque es el gremio que ha utilizado mejor los avances en la transparencia, el logro de la transición más útil para el interés general.

Esa es una de las razones de tantas muertes y ataques a un gremio que está cumpliendo con explicar lo que pasa en la cúspide del poder político y económico.

​Resulta totalmente lógico que desde las alturas del poder sigan responsabilizando a los medios por exhibir la manera en que malbaratan el mandato que recibieron en las urnas para transformar al país.

Una señal de madurez sería que asumieran las consecuencias de sus actos y dejaran de culpar a quienes solo cumplen con su deber.

 

 

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