Un día sin periodismo, el gremio está de luto

Ciudad de México.- Hoy nadie se llevó la exclusiva. Hoy no hubo aventones ni gritos de los camarógrafos que se quejaban de una toma sucia. No hubo órdenes que cumplir. No hubo agenda que seguir a las siete y media de la noche. Hoy, los periodistas acudieron a congregarse porque comparten un mismo dolor.

La muerte de Javier Valdez, escritor y reportero de Ríodoce, manchó la semana de rojo, convocó al luto nacional del gremio, destruyó esperanzas y evidenció, aún con mayor intensidad, la crisis de violencia que padece México.

Cientos de periodistas se congregaron al pie de la Secretaría de Gobernación en la Ciudad de México. El negro fue el color que predominó en la imagen. Cuál velo, las camisetas y pantalones se agruparon frente a una bandera mexicana carente de colores, a blanco y negro. Sin confianza en el porvenir.

El escudo nacional se mostró opaco y endeble frente a veladoras e imágenes de los reporteros asesinados durante este 2017. Hasta el momento, seis en total. Seis personas que fueron silenciadas a casusa de su trabajo.

A estos periodistas los masacró el crimen en total impunidad; la inseguridad los arrebato de sus familias; las balas los atravesaron porque sí, porque es posible, porque nadie los protegió, porque no fueron defendidos tras ejercer su labor diaria, que consiste en llevar información, en desglosarla, explicarla.

Representantes de los medios de comunicación, de todos los tipos e inclinaciones, están allí parados. Como pocas veces, es posible mirar que la prensa no acudió porque buscara la nota, no fue a competir por una entrevista ni a ganar un espacio en la portada. Llegó, porque fue convocada para inundar de indignación las avenidas, la puerta principal de la sede del Gobierno Federal.

Antes de proyectar frases del periodista especializado en temas del narco, un mitin resonó en los micrófonos: Témoris Grecko, Carmen Aristegui y Mardonio Carballo lamentaron la tragedia y exigieron justicia para las víctimas.

“En marzo de 2017 mataron a un periodista por semana. Los hechos demuestran que en México no existen ningún tipo de garantías para el ejercicio periodístico y que el Estado Mexicano se ha ausentado de la obligación de brindarlas”, sentenció Témoris durante su participación frente a los reporteros.

La mitad de los periodistas congregados, o más de la mitad, acudieron a las inmediaciones de Gobernación para expresar el repudio por los crímenes cometidos contra sus compañeros.

“Hoy los periodistas decidimos llegar aquí para decirle al Gobierno mexicano basta. ¡Qué basta ya! Javier era un hombre excepcional, fue un hombre que, como pocos, logró darle rostro, nombre, apellido y entraña a las víctimas del narcotráfico en México”, expresó Carmen Aristegui.

La periodista, reconocida a nivel internacional, defendió las publicaciones de Valdez por ser casi únicas en su tipo. “No sólo narraba las batallas de los malos contra los malos, daba voz y entendía lo que pasaba con los morros, los huérfanos, las misses, las viudas, con aquellos que estaban adentro y afuera de esta tragedia que se llama México”, aseguró Carmen.

La comunicadora denunció que el asesinato ocurrió como respuesta al trabajo puntual y documentado que producía Javier y detalló que no puede haber lugar a dudas, con respecto al motivo de su muerte. “Hoy vemos la editorial de Ríodooce que no permite la duda, aquí hay nada más hay que una acción criminal en donde no queda clara la frontera. ¿Quién es quién en Sinaloa? ¿Quiénes son los del Gobierno y quiénes los del Narco? ¿Quiénes son la autoridad y quienes mandan en serio?”, cuestionó Aristegui.

“No al silencio. Justicia para Javier, justicia para los periodistas y para el pueblo de México” clamaron los reporteros que estaban formados en torno de los oradores y portaban cámaras, micrófonos, grabadoras y celulares.

Los asistentes documentaron, consiguieron la imagen del día, pero también escucharon las palabras de aquellos que conocieron al escritor asesinado en Sinaloa y hoy resienten su muerte. Antorchas y velan iluminaron Abraham Gónzalez; el fuego parecía no alumbrar mucho, pero lo intentaba.

“Este es un proceso general de oscurecimiento de la vida pública y de amedrentamiento. Nos quieren imponer el miedo como una fórmula para callar y para silenciar los temas de investigación”, lamentó Julio Hernández “Astillero”, columnista para La Jornada.

El fuego acoge a un lado las fotos de los asesinados, arropa los letreros de justicia y de acusaciones al Estado Mexicano por los crímenes. La luz no es suficiente. No caliente corazones y ya tampoco revive la confianza en un futuro mejor, pero sigue encendida.

Alumbra a través del legado de Javier Valdez y los otros reporteros que entregaron, incluso, su vida a cambio del deseo de documentar el infierno, la realidad, la cotidianeidad del crimen organizado. Esa luz no se apaga pese a los vientos y guía a los periodistas que continuarán, de manera valiente, esta labor.

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