Un Ebrard muy soft

Ciudad de México.- Marcelo Ebrard siempre me ha caído mal. Me tocó cubrir la fuente del gobierno del Distrito Federal durante su administración y junto con los compañeros de otros medios padecí su altanería,  prepotencia y el atestiguar una cínica forma de “gobernar” que no se ruborizaba de los intereses a los que apuntalaba.

Por la vía de millonarios contratos de publicidad con medios de comunicación aplicaba la máxima del priismo, el “no pago para que me peguen”. Acallaba así las críticas y de paso pedía el favorcito de remover de la fuente a los reporteros que le eran incómodos o demasiado entrometidos. Era una suerte de extorsión soft.

Pero a pesar de que me cae bastante mal, no puedo dejar de reconocerle a Marcelo Ebrard la astucia para allanar su camino hacia la Cámara de Diputados y hacerse de fuero, al entrar como suplente de su fiel colaborador y amigo René Cervera, bajo un mecanismo que coloquialmente conocemos como el de candidato Juanito.

Es un chanchullo, pero queda claro que ni sus adversarios lo esperaban, pues no reaccionaron para evitarlo sino hasta que el Instituto Nacional Electoral aprobó la fórmula Cervera-Ebrard por la vía plurinominal, bajo la bandera del Movimiento Ciudadano.

Y a pesar de la campaña que se ha emprendido en su contra por las irregularidades de la línea 12 del Metro, Ebrard no enfrenta un proceso administrativo o penal que la haya suspendido su derecho a votar y ser votado.

Resulta curioso observar cómo opera esa campaña, sincronizada, sistemática y diversificada, con actores claros que han impugnado su candidatura suplente y que no cesarán en sus ataques.

Una amiga en Facebook escribía su hipótesis sobre lo que pasaría si Marcelo Ebrard llega a San Lázaro. Según su análisis el personaje será coordinador parlamentario y todos los días o casi todos los días haría declaraciones marcando distancia del PRD y diferenciándolo de un polo de izquierda progresista encabezado por el Movimiento Ciudadano, Morena y el PT, además de que lanzaría constantes críticas al gobierno de Enrique Peña Nieto y empezaría a figurar en las encuestas para el 2018. Esta amiga cierra su comentario con la pregunta: ¿Será que por eso lo impugnan?

No hay que darle muchas vueltas para entender que Marcelo busca fuero para protegerse contra un eventual proceso legal en su contra por las irregularidades de la Línea 12. Le apuesta a una estrategia mediática de hacerse la víctima y perseguido político, pero mejor afuera que adentro, en la tribuna de San Lázaro y no tras las rejas.

Cierto que una razón para impugnar la candidatura suplente de Ebrard es para evitar tenerlo como piedrita en el zapato durante los siguiente tres años y de paso impedirle que concrete su añorado proyecto presidencial.

Pero hay más. No creo que sólo sea eso.

Pienso que le tienen miedo, por lo que sabe. Si fue capaz de hacerse de información sobre la Casa Blanca de “La Gaviota” y filtrarla a Carmen Aristegui –porque de otra forma no se explica la persistencia del embate contra él–, qué más información no tendrá de sus adversarios, información  que puede filtrar  a contentillo o por estrategia, para debilitar, chantajear o negociar.

Como jefe de Gobierno, Ebrard contaba con una red de inteligencia y espionaje, todos los jefes de Gobierno antes que él y después de él tienen esa red.  Desde un edificio ubicado en la avenida San Antonio Abad, a unos pasos del Centro Histórico, se vigila y escucha a opositores políticos, empresarios, periodistas, académicos, líderes sociales, legisladores y dirigentes partidistas.

El encargado de manejar ese sistema de inteligencia y espionaje en la pasada administración era el entonces secretario de Gobierno, José Ángel Ávila. Seguramente hoy lo opera Héctor Serrano.

Las carpetas de información que de sus adversarios tiene Ebrard, han de ser abundantes y cargadas de información; una mina de oro para  explotarla en los medios de comunicación.

Con ese as bajo la manga y con el poder que le otorgaría el fuero constitucional, el eventual diputado federal Marcelo Ebrard resulta demasiado peligroso. La combinación es muy explosiva.

Imaginen lo complicado que sería para el inquilino de los Pinos, o para el Eje PRI-PVEM-PRD, negociar con ese astuto, informado y perverso político, acostumbrado a hacer y ejercer bajo una fórmula de extorsión soft.

Ese es el negrito en el arroz, el estilo soft de este patibulario personaje que ahora te pide en spots de televisión, con elegante arrogancia, votar por el Movimiento Ciudadano.

Correo electrónico: [email protected]

Twitter: @negroenelarroz

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