¿Qué sigue?

Ciudad de México.- Enrique Peña Nieto se desinfló y las instituciones vagan por el desconcierto. ¿Qué sigue? ¿Qué podemos hacer desde la sociedad para enderezar el barco?

?Sobran propuestas. Algunas son sensatas y viables, otras, utópicas y abundan, de hecho, las oportunistas.¿Cómo calificar la marcha del 15 de septiembre para reclamar la renuncia del presidente? Se trata de una exigencia legal, legítima y pacífica que busca abrir la vida pública a la ciudadanía. Puede frenarse por las dificultades de convocar a un movimiento nacional, pero también puede articular un enojo real que acelere los cambios. En tanto sabemos lo que pasa me detengo en la reacción delos partidos.

Ha sido notable su indiferencia y desdén a esa u otras iniciativas que se salgan de la institucionalidad. Ellos se mueven en el fatalismo sexenal expresado en el curioso llamado de Andrés Manuel López Obrador a detener la “degradación” y el ninguneo a Enrique Peña Nieto. Nos pide que dejemos tranquilo al presidente para que entregue en “orden” el poder y el futuro gobierno pueda “iniciar una etapa nueva”. Esa defensa férrea de la institucionalidad ¿no lleva implícito el respaldo al pacto de impunidad?

En otras palabras, mientras buena parte de la ciudadanía espera transformaciones profundas y constatables, el grueso de la clase política sólo está dispuesta a hacer cambios administrados en pequeñas porciones aprovechándose, para ello, del efecto ralentizador que provoca la vecindad con la potencia estadounidense. A menos que aparezca un movimiento nacional, lo más probable es que continuemos con lentos avances y retrocesos. Así llevamos medio siglo. Suponiendo que seguimos por este camino, ¿cómo enfrentar con mayor efectividad los grandes problemas nacionales? 

Una respuesta lógica está en la revisión de aquellos casos en donde los cambios han sido más profundos y sustentables. Tomo, a manera de ejemplo, la guerra contra el crimen organizado. Llevamos una década de violencia sin que los gobiernos nos presenten una propuesta de estrategia que conceda la misma prioridad a fragmentar los cárteles que a atender a las víctimas. Hablan y gastan mucho, mientras sigue la sangría. 

Ante la escasez de resultados la sociedad toma la iniciativa en diversas partes de México. Altata Segura (Navolato, Sinaloa), Hagámoslo Bien (Monterrey, Nuevo Léon) y la Mesa de Seguridad y Justicia (Ciudad Juárez, Chihuahua) se asemejan en que son proyectos con liderazgos anclados en coaliciones plurales de organismos,que armaron propuestas de programas presentados a, y adoptados por la autoridad. El resultado ha sido la reducción en las tasas de criminalidad y la contención de la delincuencia organizada. 

La lección es ilustrativa. Para modificar en serio la realidad tienen que coincidir gobernantes abiertos y una sociedad organizada. Javier Corral y Francisco Javier García Cabeza de Vaca (gobernadores panistas electos) tomarán posesión en Chihuahua y Tamaulipas, respectivamente. Ambos enfrentan el lastre del crimen organizado. Si los pusiéramos a competir, Corral tiene una mejor posición, porque el tejido social de su entidad es más denso que el observable en Tamaulipas. 

Por su parte, en la Ciudad de México reina el absurdo. Es el territorio con más capital social y es donde las élites políticas están decididas a excluir a la sociedad organizada independiente. El Constituyente es un ente controlado por partidos, tribus, jefe de Gobierno y presidente. Coinciden en la fiereza con la cual defienden ese espacio de poder que les permite enriquecerse traficando con permisos de construcción y repartiéndoselos presupuestos y los cargos con el sistema de cuotas. Su esencia antidemocrática se exhibió en la Consulta Ciudadana sobre Presupuesto Participativo 2016, realizada el 4 de septiembre. En la Ciudad de México, que ha sido la vanguardia de la transición, participó aproximadamente 11% del electorado; y una parte de ellos fueron votos comprados o coaccionados. 

México es un país de regiones y ciudades. Hasta que aparezca un movimiento nacional apartidista seguirán librándose miles de batallas simultáneas, mientras el sistema y el presidente vagarán esperanzados de que el país y sus instituciones aguanten hasta el 1º de diciembre de 2018. ¿Llegaremos razonablemente intactos?

Comentarios: www.sergioaguayo.org

Colaboró Zyanya Valeria Hernández Almaguer. 

 

 

 

 

 

 

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