Normalizar violación a derechos humanos

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Normalizar violación a derechos humanos. La violación a los derechos humanos de los migrante que intentan cruzar la frontera sur es sistemática y el gobierno la ha normalizado.

Así, quienes en campaña decían que habría una política de puertas abiertas, prefieren atender los deseos de Estados Unidos y cerrarlas.

El Instituto Nacional de Migración y la Guardia Nacional golpean y maltratan a los centroamericanos y haitianos que salen de sus países.

Huyen de las pésimas condiciones económicas y los altos índices de violencia de sus países para encontrarse con mexicanos que los maltratan.

Chiapas se ha convertido en la muralla que exigió Estados Unidos a cambio de algunas concesiones al gobierno de López Obrador.

El presidente decidió atender las exigencias de Donald Trump y Joe Biden de detener a los migrantes, sin respetar sus derechos humanos.

Pero en esa tarea, impera la brutalidad policiaca y a violación a los derechos humanos de hombres, mujeres y niños.

Nadie en nuestro país levanta la voz. Por el contrario, personajes como el padre Alejandro Solalinde, antiguo defensor y aliado de los migrantes “calla como momia”.

Su cercanía con López Obrador lo hizo olvidar sus posiciones críticas en contra de las violaciones a los derechos humanos.

La Secretaría de Gobernación, en donde está instalada la Subsecretaría de Derechos Humanos prefiere quedarse callada. Adán Augusto López, secretario, y Alejandro Encinas, subsecretario, guardan cómplice silencio.

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos dictó medidas cautelares, pero su presidenta, Rosario Piedra, es incapaz de incomodar a López Obrador.

Cada vez se repiten más imágenes de migrantes golpeados y sometidos por los elementos del INM y de la Guardia Nacional.

Esta última no hace frente a los delincuentes, pero sí a extranjeros que quieren cruzar por nuestro país para buscar un sueño de vida.

En su mensaje por su Tercer Informe, López Obrador destacó que “no se han violado derechos humanos de migrantes”, y señaló que solo es un caso excepcional.

Esa es la parte de normalizar la violación a los derechos humanos. Si el presidente lo dice, sus colaboradores lo repiten y, lo peor, lo creen.

México se ha convertido en un peligro para los migrantes, quienes tienen que elegir entre perder la vida en sus países o ser maltratados en territorio mexicano.

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