Matamoros

Impunidad
A la memoria de Alejandra Lajous, creadora del programa Primer Plano en Canal 11

El secuestro de cuatro estadounidenses exacerbó las tensiones bilaterales y descarapeló la historia oficial sobre la seguridad.

En las mañaneras frecuentemente se alaba la estrategia de atacar las causas de la violencia a partir del apotegma presidencial: “el mal hay que enfrentarlo haciendo el bien”.

Las cifras agregadas parecieran confirmarlo. En Matamoroslos homicidios dolosos pasaron de 61 en 2018, a 46 en 2022.

La versión se tambaleó cuando el 3 de marzo secuestraron en esa ciudad a cuatro estadounidenses.

Un ciudadano anónimo filmó en su celular un minuto y 4 segundos de imágenes mostrando cómo los sicarios aventaban a una pick up a dos muertos y a dos heridos.

En pocas horas el video se reprodujo más de 2.5 millones de veces, además de quienes lo vieron por televisoras o lo compartieron por WhatsApp.

Matamoros

En Estados Unidos se desencadenó la furia acumulada contra México acusado de laxitud en el contrabando del fentanilo y en el combate a los carteles.

Dos congresistas increparon a Andrés Manuel López Obrador con una pregunta hiriente: “¿representa a los carteles o a la gente?”

El presidente les respondió con el trato reservado a sus opositores mexicanos y amenazó con “llamar” a los mexicanos en Estados Unidos a no votar por los republicanos.

Por otro lado, en Matamoros la política de seguridad mostró una consistencia de papel maché: brillante por fuera, frágil por dentro.

Hacen falta antecedentes. Matamoros no tiene policía municipal desde 2011; la desaparecieron por estar al servicio de la “maña”.

La seguridad la tomó el gobierno estatal quien también quitó el C-5 a la ciudad.

Se lo llevó a Reynosa desde donde atiende a los casi dos millones de personas distribuidas entre Nuevo Laredo y Matamoros.

Los secuestros 

Según Hugo Reyna es una institución rebasada porque solo tiene cuatro personas por turno para atender las cámaras y las 1600 llamadas recibidas cada hora (El Mañana, Reynosa, 8 febrero).

Eso explica lo acontecido el día de los secuestros. 

Se dieron a las 11:45 am en las céntricas calles de la Primera y Lauro Villar y frente a cámaras gubernamentales; las fuerzas de seguridad tardaron en llegar 45 minutos.

En la CdMx (también gobernada por Morena), por el C-5, la policía llega antes de cinco minutos.

El trasfondo es preocupante. Parece que la 4T permite que el Cartel del Golfo (CDG) controle Matamoros siempre y cuando contenga la violencia del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

En su columna para El Financiero del 8 de marzo, Raymundo Riva Palacio cita un documento de Guacamaya Leaks para asegurar que el CDG tiene la “protección y el apoyo de la Policía Estatal y de la Guardia Nacional para enfrentar al CJNG”.

En Guacamaya Leaks hay otros documentos que parecieran confirmar el entendimiento entre la 4T y el CDG.

En el diagnóstico del Centro Regional de Fusión de Inteligencia (CERFI) Noreste de febrero de 2020 se reconoce que Matamoros es el “bastión histórico” de esa organización, en donde tiene la “mayor capacidad financiera y operativa en Tamaulipas”.

El 4 de noviembre de 2020 el CERFI recomendaba a la Semar, la Sedena, la GN y la SSP-Tamaulipas que incrementaran la “presencia disuasiva en Matamoros” para “evitar acciones violentas entre las distintas facciones que pudieran derivar en afectaciones a la población”.

Presidente sin empatía 

A reserva de que el CERFI explique estas líneas, pareciera que la misión es dejar en paz al CDG siempre y cuando controle la violencia.

Esta interpretación se fortalece con el mensaje dejado por el CDG junto a los presuntos autores materiales del secuestro; los entregó amarrados y listos para ser procesados porque habían actuado “bajo su propia determinación e indisciplina y en contra de las reglas del CDG” que “sí respeta la vida y la integridad de los inocentes”.

A propósito de inocentes, el presidente lamentó lo ocurrido a los estadounidenses, pero no dedicó una sola palabra durante las cinco mañaneras en que habló sobre Matamoros a Arely Pablo Servando, una madre soltera de 33 años que murió por una bala en la cabeza recibida durante el secuestro.

Como en otras ocasiones, seguimos viendo a un presidente sin empatía hacia las víctimas y miope ante el fracaso de su estrategia de seguridad.  


Colaboraron Giselle Delgadillo, Dulce Torres, Roberto Roldán y Mónica Vázquez.

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