La “cuauhtemiña”

La batiseñal
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Luis Eduardo Velázquez Director del diario y semanario digital Capital CDMX

En 1998, frente a la selección de Corea del Sur, Cuauhtémoc Blanco logró la jugada más significativa de su carrera.

Junto al triunfo de la selección mexicana, el americanista lució en la Copa de Francia a los ojos del mundo la “cuauhtemiña”.

Una suerte en la que el futbolista se detenía, colocaba el balón entre sus pies y lo lanzaba en medio de sus rivales al momento de saltar.

La jugada de Blanco incluso se convirtió en uno de los 100 momentos más memorables en la historia de las Copas del Mundo, según la FIFA.

Lejos ha quedado la historia del Blanco futbolista desde que entró a la política, primero como alcalde de Cuernavaca y luego como gobernador de Morelos.

Y así como era de impredecible en la cancha ahora solito volvió a causar polémica al hacer en la arena política un remedo de la “cuauhtemiña” para saltar de Morelos a la CDMX.

De gobernante a aspirante a candidato a Jefe de Gobierno de la Ciudad de México y del PES a Morena.

Su movimiento causó sorpresa y tuvo ya varios efectos.

La “cuauhtemiña”

En primer lugar le puso la vara más alta a la oposición, que presume el triunfo en la mano.

En segundo lugar ya hizo temblar a los contendientes internos de Morena, sobre todo a los que creen que sólo se requiere de popularidad. Otros como Ariadna Montiel ya le apostaron a jugar con él y pusieron marca personal.

Pero hay varios matices que observar en el lance de Blanco.

Uno de ellos es que el electorado capitalino puede tenerle cariño como futbolista, pero no como político.

Lo que sí es cierto es que Blanco vende, sabe romper los esquemas en un partido y por lo menos en el proceso interno de Morena a la Jefatura de Gobierno va a causar enredo.

Y el principal ganador será el partido en el gobierno y también quien sepa hacer mancuerna con el americanista que goza de popularidad en la CDMX.

NOCAUT.

Adrián Rubalcava, alcalde del PRI en Cuajimalpa, trae una fuerte operación de campaña a la Jefatura de Gobierno.

Para ganar popularidad contrató unas supuestas encuestas (salvo que se deslinde)  con las que llaman a los teléfonos de los capitalinos para mencionarlo y preguntar si ya saben que él promueve la pena de muerte contra los acosadores de mujeres.

Una estrategia para subir en popularidad y seguir en la contienda en la oposición.

¡Abrazos, no periodicazos!

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